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El ‘regreso’ de Mussolini divide a Italia

La película 'Sono tornato' imagina que el dictador fascista vuelve para mostrar a su país que apenas ha cambiado. Su estreno genera debates y duras críticas

¿Y si alguien trajera de vuelta a Mussolini? ¿Podrían darse cuenta los italianos de que nunca se fue, de que ha estado presente todo este tiempo? Sono tornato (he vuelto), la película que está acaparando el interés en Italia, plantea la duda, en clave de humor, con un Benito Mussolini que aterriza en la Roma multiétnica de 2017, en un país que en 70 años ha cambiado 63 veces de gobierno. En poco tiempo pasa de ser un marciano grotesco disfrazado de Duce a convertirse en un personaje de éxito, la estrella que todos quieren ver en televisión. El director, Luca Miniero, ha creado una comedia que juega no tanto a revisar el fascismo y la figura del dictador, sino a poner al país frente al espejo. Lejos de cualquier producto ideológico es, sobre todo, una obra que trata de describir la idiosincrasia italiana.

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La película es un remake de la alemana He vuelto, en la que regresaba Adolf Hitler, y retoma su estilo: mezcla comedia guionizada con partes documentales, filmando las reacciones reales de los transeúntes al encontrarse con Mussolini. Hay quien lo insulta, se saca un selfi con él o hasta lo celebra con el saludo fascista. Sono tornato ha recibido tanto aplausos por su planteamiento como críticas durísimas. Para la Asociación Nacional de los Partisanos es "indefendible"; la revista Internazionale lo considera "autoabsolución del fascismo".

El tirano, interpretado por Massimo Popolizio, llega a una Italia “perdida, confundida, a veces racista y sobre todo incapaz de entender, en busca de un hombre fuerte”, explica a EL PAÍS Miniero, conocido por Bienvenidos al sur, entre otras películas. A caballo entre la burla y la advertencia; a las puertas de las intrincadas elecciones del 4 de marzo, en medio de una campaña electoral incierta, con un ascenso galopante de los mensajes fascistas, Sono tornato plantea una reflexión más actual que nunca. “No estamos en el fascismo, pero si continuamos con estas promesas electorales, con este populismo, es muy difícil que seamos capaces de gobernar bien Italia. Parece que cada político, con el apoyo de los medios, es capaz de convertirse en una especie de líder, aunque no esté interesado en hacer algo por el país”, señala. “El monstruo no está solo fuera, ese murió, se llamaba Mussolini, pero dentro de nosotros sigue estando el monstruo, el fascismo y al mismo tiempo el rechazo a todo lo que es diverso. Eso quería contar, no quería detenerme en la figura del dictador”, explica el director. “En cierto modo, la película nos pone frente al fascismo que hay dentro de nosotros, y que permanece a través del populismo”, añade.

El fascismo imaginario que se cuenta en la película guarda demasiadas semejanzas con el populismo de hoy que se mueve entre el aplauso fácil y la desconfianza en los partidos y en la política en general. El director apunta que “el problema ahora es la superficialidad en el criterio y la influencia de los medios” que, según él, han abdicado de su papel de guía crítica y responsable.

Sono tornato además es el retrato de un pueblo que se rebela, pero también de otro adormecido, que llega a pedir “una dictadura blanda, no muy dictadura” y que acoge con risas, aplausos y con altísimas cuotas de audiencia las críticas voraces que les lanza el dictador: “Hace 80 años erais un pueblo de analfabetos, ahora he vuelto y lo seguís siendo”, “el italiano nunca ha querido pagar sus impuestos” o “gobernaros no es solo difícil, además es inútil”.

También refleja cierta ignorancia histórica. “Italia es un país que no tiene ninguna memoria del fascismo, ni tampoco de lo que sucedió hace un año, tiene memoria solamente de lo que pasa en el deporte”, señala Miniero. En la cinta, es el personaje de una abuela con alzehimer quien recuerda la parte amarga y real: las leyes raciales, las deportaciones, la desaparición de derechos y libertades. Pone el contrapunto y convierte la película en una comedia que a veces es tragedia, con un humor que también escuece.

La cinta habla de Italia y de los italianos como Ha vuelto, dirigida por David Wnedt y basada a su vez en el libro superventas de Timur Vermes, hablaba de Alemania. Mantiene una estructura casi idéntica, aunque con alguna adaptación a un país en el que el fascismo no está velado: “Aquí no es un tema tabú colectivo, Italia ha hecho las paces con el fascismo, ese es el problema real, no fue como en Alemania, Mussolini fue un dictador como Hitler, pero el juicio de los italianos ha sido más indulgente con él”.

Luca Miniero es experto en contar las dos Italias y en mostrar el conflicto nacional. Hasta ahora lo había hecho con el geográfico, como en Bienvenidos al sur, Bienvenidos al norte, o La Scuola più bella del mondo. En Sono Tornato presenta dos realidades dentro de un mismo país con tópicos previsibles pero reales y con un cuidado equilibrio narrativo. La crítica italiana se pregunta si con esta película, que se estrenó el 1 de febrero en 400 salas y ese mismo día se colocó la tercera en taquilla, con 16.500 entradas vendidas, ha conseguido hacer sátira y meter el dedo en la llaga o si solo se queda en la zona de la comedia ligera.

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