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Crítica | El mar nos mira de lejos
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El problema de la distancia

La belleza plástica y sensorial del documental es imponente

Un fotograma de 'El mar nos mira de lejos'.
Un fotograma de 'El mar nos mira de lejos'.

En el coto de Doñana, las dunas avanzan, comiéndole territorio al bosque como si fueran un voraz ser vivo. El mar nos mira de lejos, primer largometraje de Manuel Muñoz Rivas, se detiene durante unos minutos en esa arena que se mueve como siguiendo un plan secreto, construyendo y transformando un paisaje donde la presencia humana parece una incongruencia o una nota al pie. Los pescadores y ermitaños que han encontrado su lugar en el mundo en ese imponente paraíso natural centran la atención de este trabajo que impone sobre su objeto de estudio una reflexión sobre el tiempo, el mito y el olvido que condiciona, de entrada, todo el potencial de hallazgo que podría tener una obra construida a partir de esa rica materia humana y natural. De vez en cuando, las furgonetas que efectúan sus recorridos turísticos por el parque se cruzan con los habitantes de este universo suspendido, sugiriendo la distancia existente entre los participantes en un safari fotográfico y las figuras de un hábitat exótico. El principal problema de El mar nos mira de lejos es que Muñoz Rivas habla y mira desde la misma distancia, sin ninguna intención de acortarla.

EL MAR NOS MIRA DE LEJOS

Dirección: Manuel Muñoz Rivas.

Género: documental.

España, 2017

Duración: 93 minutos.

La belleza plástica y sensorial de El mar nos mira de lejos, apoyada en la labor como director de fotografía de Mauro Herce, autor de Dead Slow Ahead (2015), y en el diseño de sonido de Joaquín Pachón, es imponente. Y la distancia que se impone Muñoz Rivas es, sin duda, premeditada y fruto de la reflexión. La película no pretende en absoluto ser Hombres de Arán (1934) de Robert J. Flaherty, La terra trema (1948) de Luchino Visconti o Fuego en el mar (2016) de Gianfranco Rosi, pero su elección conlleva una cierta neutralización de la mirada humanista, que privilegia el discurso pre-programado sobre la exploración, la comprensión y el descubrimiento. Una voz en off que alcanza cierto engolamiento en su última aparición se suma a los rasgos cuestionables de un trabajo mucho más consciente de su impecable ejecución técnica y de las loas críticas que generará que de la vida que tenía alrededor.

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