Ponce corta dos orejas a un toro de regalo en la Monumental de México
Octavio García El Payo paseó un trofeo y Joselito Adame vio silenciada su labor
El torero español Enrique Ponce cortó dos orejas a un toro de regalo y salió a hombros este domingo en el tercer festejo de la temporada grande 2017-2018 en la Monumental Plaza México.
Por su parte, el rejoneador mexicano Jorge Hernández Garate cosechó división de opiniones, y los toreros también mexicanos Joselito Adame se justificó sin trofeos, y Octavio García El Payo cortó una oreja.
Con una entrada calculada en 18.000 personas, se lidiaron ocho toros, uno de regalo. Abrió plaza un ejemplar de El Vergel para rejoneo que fue bravo para los caballos; tres de Barralva, segundo, cuarto y sexto, y cuatro de Teofilo Gómez, tercero, quinto, séptimo y octavo, este último premiado con arrastre lento.
El caballero Hernández Gárate, tuvo momentos interesantes en su labor que se aplaudieron, pero el rejón de muerte lo dejó muy trasero y cosechó división de opiniones.
Enrique Ponce, un ídolo en México, dejó constancia de su calidad de figura del toreo. El segundo, un toro bravo de mucha calidad, se inutilizó al saltar la barrera y quedar atorado en un burladero. Aún así Ponce le sacó mucho partido, bien con la espada y salida al tercio. El quinto fue manso y deslucido y el maestro valenciano lo mató bien. Dio la vuelta al ruedo tras una leve petición de oreja.
El público le obligó a regalar el octavo con el que hizo las delicias del respetable con una labor en que la estética del torero brilló y terminó por cuajar una gran faena que remató con estocada. Cortó dos orejas y salió a hombros a los gritos de torero, torero.
Joselito Adame, en deuda por su actuación en la primera corrida de la temporada, salió a justificarse y tuvo momentos magníficos en su lidia al tercero al que le puso los muslos en los pitones. Estocada, y dos descabellos, su faena fue reconocida con una pobre ovación.
Con el sexto, bien con el capote y banderillas, y en el segundo par cayó en la cara del toro, pero colocó dos más y se ganó la simpatía de la gente; otra faena buena pese a los detractores que ahora tiene. Mató de estocada y dos descabellos y escuchó una ovación.
El Payo, ante el toro cuarto, manso y deslucido, se vio un poco parco y se silenció su labor. En el séptimo brilló con el capote a gran altura y ejecutó una faena en la que hubo calidad y tandas de mucho contenido. Lástima que el toro vino a menos pero al acabar de una estocada y descabello, paseó una oreja con algunas protestas sin razón.
Babelia
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