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Columna
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Venganza

The Punisher es capaz él solo de acabar con media CIA y todas las fuerzas especiales que se le interpongan

Ángel S. Harguindey

La primera sensación al contemplar The Punisher (Netflix) es la de comprobar que se trata de uno de los superhéroes de Marvel, la factoría más prolífica en cómics, series y largometrajes de personajes dotados de poderes extraordinarios. La segunda sensación es que Marvel no puede renunciar a protagonistas en los que el exceso es la norma. Frank Castle, The Punisher, es capaz él solo de acabar con media CIA y todas las fuerzas especiales que se le interpongan en su camino de venganza.

Creado para el cómic en 1974, su primera aparición lo fue como rival de Spider-Man. Desde entonces, ha recuperado protagonismo hasta conseguir una serie de televisión propia. Se le define como un antihéroe capaz de dar y recibir palizas inacabables, visitar camillas hospitalarias con una frecuencia desmedida y matar y torturar con una eficacia solo concebible en un exmarine curtido en mil batallas en Irak o en Afganistán.

Su obsesión es vengar la muerte de su mujer e hijos, y aquí surgen unas curiosas diferencias entre el cómic y la serie: si en el primer caso la responsable de los asesinatos familiares era la mafia neoyorquina, en la serie lo es un grupo turbio de miembros de la CIA que ha traficado con heroína afgana. El enemigo está dentro y Frank Castle lo sabe.

Y si las historias de la factoría Marvel triunfan entre la gente joven —incluidos los científicos frikis de The Big Bang Theory—, The Punisher no podía ser menos. Entre los usuarios de Rotten Tomatoes, la serie consiguió un 94% de aceptación, superada solo por Daredevil, serie en la que también aparece el personaje de Castle. Para los usuarios de IMBD consigue una nota de 9,1 sobre 10 y se coloca en el lugar de honor. La violencia es un cebo apetitoso para los jóvenes y Frank Castle es su profeta en una trama en la que, además, todo vale si se consigue el objetivo anhelado.

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