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Crítica | Tierra de Dios
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El camino al nosotros

Con el filme poco a poco, irá quedando claro, con extrema delicadeza, que hay emociones y vulnerabilidades que las entiende antes el cuerpo que el verbo

TIERRA DE DIOS

Dirección: Francis Lee.

Intérpretes: Josh O'Connor, Gemma Jones, Alec Secareanu, Ian Hart.

Género: drama. Reino Unido, 2017

Duración: 104 minutos.

“El duende ama el borde, la herida, y se acerca a los sitios donde las formas se funden en un anhelo superior a sus expresiones visibles”, decía García Lorca en su conferencia Juego y Teoría del Duende. Confiesa el director debutante y actor de largo recorrido Francis Lee que su toma de contacto con el concepto del duende lorquiano, de la mano de un profesor de Wakefield, le supuso una experiencia transformadora, capaz de hacerle entender su relación con el paisaje de su infancia en una granja de Yorkshire y de motivar ahora el regreso a los orígenes que le ha permitido articular una ópera prima tan pura, madura y personal como Tierra de Dios. Lee no ha estudiado cine, ni escritura de guion. Ni siquiera se considera cinéfilo. Tras quince años de trayectoria como actor en Londres, decidió emprender el camino de vuelta a casa para iniciar una carrera como director entendida en clave de reconciliación con las raíces: tras tres cortometrajes, Tierra de Dios revela un poder de seducción tan esquivo que quizá habría que convenir en que el norte de Inglaterra también es hábitat propicio para el duende.

En el primer tramo de Tierra de Dios, Johnny Saxby, un joven que vive en compañía de su padre lisiado y su abuela en una remota granja, tiene un furtivo encuentro homosexual en una feria ganadera. Cuando su ocasional pareja propone futuros encuentros, el laconismo de Johnny saja el potencial brote de afecto: “¿Nosotros? ¡No!”. La llegada de un trabajador rumano a la granja familiar dará pie, más adelante, a un pulso hostil entreverado de racismo. Tierra de Dios no va a facilitar las corrientes de empatía hacia su protagonista, pero, poco a poco, irá quedando claro, con extrema delicadeza, que hay emociones y vulnerabilidades que las entiende antes el cuerpo que el verbo.

Lee cuenta el largo y tortuoso camino hacia el “Nosotros” de un personaje en apariencia incapacitado para el afecto en una película austera, apoyada sobre las orgánicas interpretaciones de sus actores, que rompe con los códigos dominantes de representación de la homosexualidad en el cine.

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