Peridis: “En las restauraciones del patrimonio hay un exceso de diseño”
El arquitecto cuenta, en un volumen ilustrado, la recuperación del milenario monasterio de Santa María la Real
Dice José María Pérez, Peridis, que ha escrito la "historia del juguete" de su infancia. Un juguete con más de mil años de historia y que llevaba siglo y medio de ruina y abandono cuando aquel niño pecoso e inquieto "correteaba entre sus piedras, bebía del agua que manaba de un risco que le daba sombra, comía de su huerta y se ganaba unas monedas haciendo de guía a turistas que buscaban el riesgo en un monumento al que estaba prohibido pasar", explica el arquitecto, viñetista de EL PAÍS y escritor (está con su tercera novela histórica). El monasterio de Santa María la Real, en Aguilar de Campoo (Palencia), fue ese divertimento y medio de subsistencia del que Peridis (1941, Cabezón de Liébana, Cantabria) cuenta ahora su historia, con caída y resurrección incluidas, en Hasta una ruina puede ser una esperanza. Un título tomado de una sentencia que escribió Miguel de Unamuno tras una visita al convento en 1921.
Cuando acabó la carrera de arquitecto, Peridis empezó "a vivaquear en despachos de Madrid" para que alguien restaurase el monasterio de su infancia. "La dirección de Bellas Artes daba el dinero, pero me decían que tenía que consolidarlo yo", señala. En este hercúleo trabajo le ayudó un amigo, el escritor y periodista Santiago Amón. "En primer lugar, convertimos las ruinas en centro cultural en el que se programaban actividades, porque el patrimonio no debe ser una carga, sino un recurso". Con ese espíritu nació, en 1977, la Asociación de Amigos del Monasterio, con medio millar de personas que tomaron las riendas del semidestruido edificio.
Más de 1.000 años antes se había erigido el monumento. La leyenda, "que algo tiene de fundamento", habla de un abad, de mediados del siglo IX, que vio idóneo para un monasterio aquel paraje a la sombra de unos riscos. Con las donaciones de nobles y reyes, Santa María la Real vivió una etapa de prosperidad en el siglo XII, favorecida por la llegada de monjes premostratenses, orden nacida en Francia. "Eran célibes y muy avanzados en la construcción de iglesias". En su mejor momento, en el monasterio llegaron "a vivir unos 40 monjes, y se convirtió en centro de formación para otras casas de religiosos".
De la bonanza se pasó a las plagas en el siglo XIV, como en buena parte de Europa. "Hubo un cambio climático, sequías, hambrunas, inundaciones y la peste. El Viejo Continente perdió un 30% de su población". No había vocaciones y Santa María la Real decae. "Con la invasión de Napoleón [1808], los monjes son expulsados del monasterio. Regresan, pero con la desamortización de 1834 llega su fin. Se subastan las grandes propiedades que había alrededor. Santa María es declarado monumento pero nadie lo compra".
Los hierbajos se adueñan del convento caído y la reacción del Estado llega en 1872, cuando la joya del monumento, sus capiteles, son trasladados al Museo Arqueológico Nacional. "La tala de la ciencia, que decía Unamuno. Cuando empezamos a consolidar el edificio, yo pensaba que sería bueno que nos dejasen que regresaran los originales… pero allí estarían a la intemperie, sufriendo con las heladas y el agua. Sí deberían dejarnos hacer copias para exponerlas en una sala porque lo que hay ahora son capiteles con las formas aproximadas de los originales".
La asociación de amigos se afanó por mantener en pie la construcción. Fue una década de trabajo para que las ruinas dejaran paso a lo que hoy es instituto de bachillerato, posada, centro expositivo y sede de la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Una resurrección que se detalla en las 277 páginas y docenas de fotografías y dibujos del libro de Peridis. "No destruimos lo que había. Yo no lo llamo restauración porque no lo devolvimos a su estado primigenio. Cuando se interviene en un edificio, el arquitecto no debe dejar su impronta". Peridis contrapone esa actitud a la actual inclinación por "el exceso de diseño con la nueva arquitectura". "Hay mucho vidrio y acero corten en las restauraciones, y canta mucho. Hay que tener humildad y, a veces, los arquitectos pecan de soberbios".
La fundación y la enciclopedia
En 1994, Peridis dio el gran salto para la recuperación y promoción del arte románico español con la creación de la Fundación Santa María la Real, de la que ha sido su presidente hasta hace unos meses. Para 2018 está previsto que esta institución acabe su magna obra, la Enciclopedia del Románico de la Península Ibérica que, en unos 70 tomos, recogerá los testimonios arquitectónicos de la época románica, más de 9.000 construcciones. Un trabajo que puede consultarse en la web Románico Digital.
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