Luis Vázquez de Castro, plena vocación por la arquitectura escolar
Participó también en el desarrollo de la Unidad Vecinal de Absorción de Pan Bendito en Madrid, entre otros proyectos notables
El 4 de octubre fallecía en Madrid, a los 91 años, Luis Vázquez de Castro. A este arquitecto discreto, buen conversador, de fina ironía y elegante trato era frecuente verlo en las actividades organizadas por la Residencia de Estudiantes y la Institución Libre de Enseñanza. Lo acompañaba siempre su mujer, la historiadora y pedagoga Elvira Ontañón, a la que ha estado unido durante más de sesenta años.
Con su presencia en los pabellones de la calle del Pinar o en la renovada casa de Giner y Cossío en el paseo del General Martínez Campos, no estaba haciendo otra cosa que volver a los paisajes de su infancia. De hecho, hasta el estallido de la Guerra Civil, había recibido una educación basada en el modelo pedagógico de la Institución Libre de Enseñanza y con los aportes de la pedagogía europea más avanzada, en el Instituto-Escuela.
Era miembro de una familia de diez hermanos, hijos de un artillero de la Armada Española que, por la ley Azaña de 1931, pasó a la vida civil. Gustaba de recordar los años de su infancia vividos en el número 105 de la madrileña calle de Lagasca, en la que también vivían el jurista Rafael Altamira, el arquitecto escolar Antonio Flórez y la familia del poeta Rafael Alberti, y a la que siempre se refería como un “falansterio institucionista”.
Se tituló en 1954 por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. Participó en numerosos concursos de arquitectura, en los que obtuvo algunos primeros premios, como la ordenación urbana de la madrileña plaza de la Quintana (1955), o los concursos para la Universidad Laboral de A Coruña (1961) y para la de Madrid (1962), donde logró segundos premios.
En Madrid proyectó, junto con los arquitectos María Juana Ontañón, Manuel López Mateos y Cruz López Müller, la Unidad Vecinal de Absorción de Pan Bendito, en Carabanchel, promovida por la Obra Sindical del Hogar, y el Colegio Público Escuelas Aguirre (1971). Y en la sierra madrileña, su propia casa en El Paular, que ha sido lugar de encuentro de su familia y amigos y pone de manifiesto su querencia guadarramista.
En su trayectoria fue fundamental su trabajo en el departamento técnico encargado de la construcción de las bases norteamericanas implantadas en España tras los acuerdos suscritos con Estados Unidos en 1953. Su contacto con los técnicos estadounidenses le hizo partícipe de una modernidad tecnológica y realista, alejada de los formalismos apriorísticos de la europea, que sería fundamental en la evolución y el desarrollo de su carrera profesional y de la arquitectura moderna en España.
Estos vínculos serían decisivos a la hora de abordar la política de construcciones escolares en España, que Luis Vázquez de Castro vivió en primera persona, en tanto que durante muchos años fue arquitecto escolar de la Oficina Técnica para Construcción de Escuelas del Ministerio de Educación Nacional, posteriormente Ministerio de Educación y Ciencia. Además, entre 1967 y 1990 fue representante de España en la Comisión de Construcciones Escolares de la Unión Internacional de Arquitectos.
A la postre, su vecindad con el arquitecto institucionista Antonio Flórez y su educación en las aulas proyectadas por Arniches y Domínguez para el Instituto-Escuela en los Altos del Hipódromo, marcarían una trayectoria profesional dedicada por entero a la arquitectura escolar.
Salvador Guerrero es arquitecto y profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid.
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