Segundas oportunidades
'Master of None': Cómo acabar amando una serie que odiaste meses antes
Vi el primer capítulo de Master of None y huí.
También dejé a medias la segunda temporada de Girls. Me ha pasado con más series y algunas se quedaron definitivamente por el camino: nunca regresé a Mad Men, lo confieso, y eso que había invertido tres temporadas en ella. A la serie de Lena Dunham volví años después para acabar rendida ante ella. Y le perdoné aquella tirria inicial que le cogí a Hannah, cuando decía convencida que quería ser la voz de su generación. En aquel momento, me pareció insoportable.
Entre las “28 series nuevas que ha añadido Netflix esta semana” y las recomendaciones constantes, es difícil darle una segunda oportunidad a una que has abandonado. En mi caso, en el episodio piloto de Master of None Aziz Anzari empezaba a verse rodeado de amigos con hijos mientras él era consciente de que no sabía qué quería hacer con su vida. Se parecía a demasiado a muchas historias reales que conozco. La dejé.
Afortunadamente, el formato de 20 minutos (cada vez cuesta más encontrar capítulos de esta duración) y la insistencia de una compañera me hicieron volver a Master of None. Y me encontré con la verdadera serie generacional de los treintañeros actuales, hecha con humor y sensibilidad. Las chicas de Girls habían conseguido hacerme reír y llorar, pero, siendo sinceros, no tenían nada que ver con mi vida.
Las series generacionales siempre funcionan, pero los problemas de ahora no son los mismos que tenían los protagonistas de Friends. Los conflictos a los que se enfrentan Dev y sus amigos tienen que ver con el abismo que nos separa de nuestros padres, la incertidumbre, la frustración por tener un trabajo que no te satisface. Y también asuntos triviales que pueden convertirse en preocupaciones reales, como pasar 20 minutos buscando de web en web dónde comer tacos porque no quieres perderte el mejor de la ciudad. O acabar amando una serie que odiaste meses antes. Todo eso también ayuda a definir a una generación.
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