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entrevista

Manuel Bartual: “Está todo inventado”

El dibujante convirtió el relato de sus vacaciones en un fenómeno en Twitter

Fotografía tomada por Manuel Bartual durante sus vacaciones.
Fotografía tomada por Manuel Bartual durante sus vacaciones.

Manuel Bartual es el hombre del momento. Quizá les suene la historia. Un dibujante de cómics de humor se va de veraneo a la playa a finales de agosto y, tal como acostumbra, va publicando sus pensamientos en Twitter. Va todo bien hasta que comienzan a suceder cosas raras: la aparición de un hombre exactamente igual a él cambia por completo sus vacaciones. A partir de ese momento comienza una narración angustiosa a través de Twitter en la que nuestro protagonista llega incluso a temer por su vida. En los siete días transcurridos desde el inicio del relato hasta su regreso a casa, lograría concitar la atención de cientos de miles de lectores, pasaría de 16.000 seguidores a tener casi medio millón en Twitter y llegaría ese viernes a convertirse en trending topic mundial, nada menos. Sin una estrategia de marketing, ni el apoyo de una empresa, ni la plataforma de un grupo mediático, Manuel Bartual marcó en solitario un hito narrativo sin precedentes en España que nadie se explica.

¿Quién era Manuel Bartual antes de los sucesos ocurridos entre el 21 y el 27 de agosto?

Antes de darme a conocer con este relato era, soy y sigo siendo ―creo [Risas]― un dibujante de cómics. He dirigido una película y algunos cortometrajes. También soy diseñador gráfico: desde hace muchos años llevo todo el diseño de la editorial Astiberri, especializada en novela gráfica. Y, por resumir un poco, soy el editor del sello ¡Caramba!, una pequeña editorial que empezó como independiente y acabó integrándose como sello dentro de Astiberri.

Eres también uno de los dibujantes que en 2014 abandonó la revista El Jueves por motivos de censura.

Justo la semana en que abdicó Juan Carlos I, retiraron la portada de El Jueves que se iba a publicar. Y en señal de protesta, una veintena de dibujantes abandonamos la revista y montamos la nuestra propia, que se llama Orgullo y satisfacción.

No dabais puntada sin hilo.

[Risas]

También en 2014, dirigiste y escribiste el largometraje Todos tus secretos, disponible en la plataforma Filmin, en la que ya experimentabas con las posibilidades que ofrece el formato de las redes sociales.

Es una película curiosa, porque no tiene una narrativa convencional. Divido la pantalla en nueve partes en todo momento, y cada recuadro corresponde al punto de vista de la webcam de cada uno de los protagonistas de la historia. Me gusta jugar con los formatos y hacer cosas que no te esperas de antemano. Ése fue el caso de Todos tus secretos. Di primero con una idea formal y me pregunté qué podría desarrollar a partir de ahí. En cierto modo, en lo que he contado en Twitter hay una línea que une estas dos ideas, porque juego con lo que ofrece Twitter para contar una ficción.

La película hace un retrato crítico de nuestra inexperiencia con las redes sociales y los problemas que acarrea estar permanentemente conectados.

En Todos tus secretos la idea de base era contar la historia de un grupo de personas que pertenecen a la última generación que ha vivido en un mundo sin redes sociales. Es la generación a la que yo pertenezco, y siempre he tenido la sensación de que Internet va dos pasos por delante de nosotros. Me pareció interesante contar una historia con tintes de thriller sobre un grupo de amigos que creen que controlan su interacción en redes sociales e igual no se manejan tan bien como piensan.

Una semana antes de dar la campanada a finales de agosto, publicaste un hilo narrativo en Twitter llamado El peso de la verdad. ¿Qué te movió a contar esta primera historia por entregas?

El origen de ese hilo, El peso de la verdad, fue un solo tuit. El detonante es que, estando de vacaciones, recibes en tu móvil el mensaje de que alguien se ha subido a tu báscula, es decir, no sabrás la cara del ladrón que ha entrado en tu casa, pero sí su peso. Es prácticamente un chiste, sin más recorrido. Esto lo publiqué una mañana y me quedé pensando que quizá se podría desarrollar una sinopsis enloquecida a raíz de esta premisa. Y eso es lo que hice esa tarde.

Ese mensaje que delata que alguien en tu ausencia se ha subido a la báscula de tu casa recuerda a Carretera perdida (David Lynch, 1997). De hecho, tanto en este hilo como en el siguiente abundan las referencias lyncheanas: enanos, carreteras en la oscuridad, habitaciones gemelas, desorden del lenguaje, sueños... ¿Qué influencia tiene Lynch en tu obra?

Hasta este verano, muy poca. [Risas] Lynch me ha gustado siempre mucho. Es cierto que todo esto lo he escrito mientras estaba emitiéndose la nueva temporada de Twin Peaks (David Lynch y Mark Frost, 1990-2017), una serie de la que me declaro absolutamente fanático, y es obvio que en mi historia de Twitter hay una influencia directa.

Y una semana después, comienzas el hilo que te ha lanzado a la fama, que titularías Todo está bien. A diferencia del hilo de la semana anterior, en éste utilizas la primera persona y un tiempo presente reconocible: la playa y agosto. ¿Fue este cambio de planteamiento una decisión consciente?

Plenamente consciente. El peso de la verdad funcionó bien, pero me daba la sensación de que una manera de conectar mejor con la gente era hacerles creer que todo lo que iba contando me estaba verdaderamente sucediendo a mí y, además, me estaba sucediendo en tiempo real.

¿Improvisaste o tenías elaborada una estructura previa?

Tenía una estructura. Me propuse que, antes de escribir el primer tuit, tenía que saber cuál iba a ser el último, o por lo menos cómo terminaba la historia y los puntos clave por donde debía transitar cada día.

De repente, la irrupción de lo extraño: te cruzas con tu doble. ¿Sospechabas que el género del suspense se adaptaría tan bien al formato de Twitter?

Cuando está bien hecho, yo creo que el suspense siempre produce un enganche mayor que otro tipo de historias. El suspense implica, en general, que una vida está en peligro. Y eso engancha mucho. Al ser una historia contada a través de Twitter, de una persona que está de vacaciones, cuando probablemente mucha gente que me estuviera leyendo también estaría en la misma situación, creo que generó una identificación muy importante con los lectores.

El relato se ve enriquecido, además, por la interacción de otros usuarios de Twitter.

Ésas son las partes que dejé a la improvisación. La única interacción que yo tenía prevista era la del puzle que planteé una noche, el mensaje desordenado en los trozos de papel higiénico, que al día siguiente resolví con ayuda de la gente. Lo que no estaba previsto eran algunos temas que inopinadamente se repetían en los comentarios de los lectores, y entonces los incorporaba a la historia. Esto generó también una sensación muy chula por parte de todos, tanto por mi parte como por la de los lectores, porque ya no era sólo yo transmitiendo una historia que está escuchando o leyendo alguien, sino que de repente se convirtió en algo más interactivo.

No sólo identificarse, como decíamos antes, sino ser partícipes. El «yo» pasa al «nosotros». Pero no todo es angustia y suspense, también el humor tiene cabida.

La baza del humor no tenía claro si jugarla o no. Yo soy un dibujante de cómics de humor, y cuando cuento historias de otro género siempre me gusta introducir algunos detalles humorísticos. Pero al ser ésta una historia que tenía que pasar como real, tenía dudas de hasta dónde forzar esto. Lo bueno de ser una historia que he ido desarrollando a tiempo real es que he podido ir viendo la respuesta de la gente. Creo que el humor ha sido también uno de los puntos de enganche principales.

En un momento de la historia, tú mismo especulas con diferentes posibilidades que explican todas estas cosas raras que te están pasando. Tenemos una cultura literaria, cinematográfica y televisiva tan rica que conocemos todos los finales narrativos posibles. ¿Está ya todo está inventado?

Sí. Está todo inventado. La gracia está en reformular lo que ya se ha contado antes. En concreto, esta parte de las teorías me hacía mucha gracia, porque lo que hacía era enumerar todos los finales posibles, sabiendo como ya sabía que yo no iba a tener un final demasiado feliz, según cómo lo interpretes.

Precisamente en la conclusión dices: «Y por favor, no os preocupéis por mí. Todo está bien». El final de la historia cambia drásticamente si incluimos la aclaración final, la del séptimo día, como parte del propio hilo. ¿La historia transcurre, pues, en seis días o en siete?

En siete. Eso despistó mucho a la gente. Y me parece bien, porque es a lo que yo estaba jugando: al final ambiguo. Hay mucha gente que piensa que la historia acaba el sábado, el sexto día, que es el momento en que enloquezco. Pero ahí no acaba la historia. Termina el domingo. Se puede interpretar que yo estoy confesando que todo ha sido una invención o bien que el doble me ha reemplazado, está desmintiendo todo lo que ha sucedido porque es lo que le interesa y ahora está aquí contestando esta entrevista. [Risas]

¿Por qué elegiste la figura del doble?

La figura del doble siempre me ha gustado mucho. Pero, si he llegado al doble en esta historia, ha sido principalmente por falta de recursos. [Risas] Estaba de vacaciones y mi campo de acción era muy limitado. Además, cuando empiezas a darle vueltas, te das cuenta de que vas a contarlo en Twitter, que es precisamente una red social donde es habitual la suplantación de la identidad.

Ha sido formidable la repercusión suscitada. Muchos usuarios famosos se unieron a la historia e influyeron en su monumental alcance. ¿En qué momento empiezas a ser consciente de la envergadura que ha adquirido?

El momento clave es el viernes por la noche, cuando sobrepaso los 100.000 seguidores, el hilo alcanza el Trending Topic mundial y a partir de ahí ya no deja de crecer hasta llegar casi al medio millón. Un amigo me envió un tuit de alguien con un vídeo en el que se ve a un grupo de chavales reunidos en casa alrededor de un móvil con ganchitos y bebida. Veían el vídeo en el que intento entrar en «la otra habitación» y estaban muy preocupados y angustiados, pasándoselo muy bien. Para mí ese momento en concreto fue cuando me di cuenta del impacto que estaba teniendo en la gente.

¿Estamos ante la génesis de la narrativa de ficción en Twitter?

No sé si la génesis, porque Twitter se ha utilizado para contar ficción desde sus inicios. Entiendo que a raíz de esto haya gente que empiece a plantearse Twitter como una opción para contar historias. Como lector me parecería maravilloso, porque me encantaría, como le ha pasado a tanta gente que ha estado enganchada a mi hilo, estarlo yo de igual manera a una historia que no sepa adónde va ni cuándo va a terminar ni qué va a suceder a continuación. Cuando tú te enfrentas a una película, ya sabes que dura una hora y media o dos horas, cuando lees un libro vas viendo cuántas páginas te quedan por delante, pero en el caso de mi hilo, nadie sabía si estaba leyendo en ese momento el final de la historia o todavía quedaba un día más. Yo jugué deliberadamente con eso porque la historia tiene tres finales: los dos que hemos comentado y uno previo que parece un final feliz, que es cuando llego a Madrid. Mucha gente pensó que ése era ya el final. Pero no: luego llego a casa y la historia continúa.

Esa incertidumbre crea, sin embargo, un sentimiento de comunión colectiva.

Sí, se ha creado algo muy bonito, una especie de comunidad temporal mientras duraba el hilo a lo largo de esa semana. Gente que se sentía partícipe de un fenómeno que estaba sucediendo en esos momentos. Eso ha sido maravilloso.

¿Crees que parte del éxito reside en que triunfó entre la gente joven?

Totalmente. Para gente que no ha conocido otra cosa que no sea saltar de un vídeo a otro de YouTube cuando quiere, ver una película cuando le da la gana en Netflix o donde sea, y tener cualquier canción a su disposición en Spotify, de repente encontrarse con algo que escapaba a su control es una novedad para ellos.

No hay que olvidar la diversidad de los recursos transmedia que utilizaste: no sólo textos de menos de 140 caracteres, sino también fotografías y vídeos. La «tuit novela» total.

Mucha gente, cuando habla sobre este tema, se refiere a ello como una novela, pero no es exactamente una novela. Es un artefacto narrativo que es tanto novela como falso documental como puramente Twitter, entendiéndolo como un género en sí mismo, con sus reglas. El relato se puede leer ahora de seguido, pero en su momento la gente se fue enganchando en diferentes puntos. La manera de entender lo que ha sido es vivirlo en directo. Leí en un artículo una comparativa que decía que hablar de esto a posteriori sin haberlo leído en su momento era como ver un concierto en YouTube. Estás viendo el concierto, pero no estás allí.

Te has perdido la experiencia.

Eso es. Mientras lo estaba escribiendo, me recordaba mucho a cuando hace diez años veíamos Perdidos (Lieber, Abrams y Lindelof, 2004-2010). A este respecto, hay una cosa de la que yo no era consciente al principio: mucha gente activaba la notificación para no perderse ningún tuit. Cuando estaban comiendo, en el cine o en cualquier otro sitio, de repente recibían una notificación en su móvil como si fuese un mensaje de WhatsApp de un amigo. La conexión entre el emisor y el receptor, durante esos días, era total, y transmitía una cercanía que difícilmente se podía haber conseguido de otra manera.

Hace un momento has nombrado el falso documental. De hecho, muchos te comparan con Orson Welles, mientras otros, como también le ocurrió a Welles, te han acusado de fraude por no ser tu hilo una historia real.

A mí me gusta mucho el falso documental. Es uno de mis géneros cinematográficos favoritos. Y lo tuve muy presente para abordar el nuevo relato. Que me comparen con Orson Welles es uno de los mejores piropos que me han lanzado nunca, porque evidentemente me gusta mucho todo lo que hizo Orson Welles.

En la conclusión del hilo dices: «Ha sido todo mentira. [...] No es obligatorio creer todo lo que se lee en internet». Y hay quienes te han criticado por haber pasado por real una historia que finalmente resultó ser ficción. ¿Crees que aún no hemos perdido la inocencia con los medios de comunicación, en este caso con las redes sociales?

Yo ya contaba con que parte del público se lo iba a creer al principio, pero pensaba que llegaría un momento en que se darían cuenta de que se trataba de una invención. Es sorprendente que, hasta que no aclaré que toda la historia había sido mentira, había gente que se lo estaba creyendo. En pleno 2017. Hay personas que no llevan bien que juegues con la ficción en canales poco habituales. De hecho, una de mis películas favoritas es El proyecto de la Bruja de Blair (Eduardo Sánchez y Daniel Myrick, 1999), y en su día sucedió con ella algo parecido. Se estrenó cuando Internet ya empezaba a ser algo habitual. Circuló información sobre una película que reunía unas cintas encontradas en un bosque y hubo gente que fue a ver El proyecto de la Bruja de Blair pensando que lo que estaba viendo era real.

No debemos olvidar que si este hilo ha alcanzado esta magnitud, se debe en parte al talento de su autor, aunque, por norma, en este país se critique el éxito.

Le damos mucha voz a comentarios que yo creo que son residuales. En el momento en que algo adquiere esta dimensión mediática, es normal que haya un porcentaje de gente a la que no le parezca bien. Pero es una cantidad ridícula. De hecho, me emocionó, una vez finalizado el relato, que el primer Trending Topic de esa tarde fuese #GraciasManuel, en agradecimiento por la historia que había contado y por lo que les había hecho vivir, y esto me pareció el remate perfecto a la experiencia.

Ahora tienes mucha gente atenta a tu próximo movimiento. ¿Barajas algún proyecto?

Estoy pensando en ello. Ahora me están llegando muchas propuestas. Se me están abriendo puertas que hace dos semanas no pensaba que ni siquiera pudiera llamar a ellas. Quizá lo más sensato sería que el siguiente paso estuviese relacionado con este hilo de Twitter. Que la firma sea reconocible.

Manuel, si estás en peligro, puedes hacerme una señal. Él no se dará cuenta.

No te preocupes por mí. Todo está bien.

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