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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Poeta irregular

Fue la persona que dio moral al espacio reduccionista en el que vivíamos, con un vacío total alrededor, durante la dictadura

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Mi encuentro con Joan Brossa se produjo por azar en un espacio entre la plaza Molina y la Travessera de Gràcia y en torno a la calle Balmes. Allí vivíamos Ponç, Cuixart, el propio Brossa, Tàpies y yo. Brossa fue la persona que infundió confianza, que dio moral al espacio tremendamente reduccionista en el que vivíamos, aislados, con un vacío total alrededor, durante la dictadura. Brossa, además, nos puso en contacto con el poeta Foix, con Joan Prats y con Joan Miró y, al mismo tiempo, con todos los que habían estado en el GATEPAC [Grupo de Arquitectos y Técnicos por el Progreso de la Arquitectura Contemporánea] los grandes mitos.

A inicios de los cincuenta sentíamos fascinación por las vanguardias, por los referentes básicos, desde Miró a las primeras obras de Tàpies, y ahí Brossa fue clave. Si tenías la sensibilidad abierta a nuevos espacios y cuestionabas el lenguaje, te infundía seguridad.

Como poeta, tenía la mirada abierta hacia la música y el cine. No era extraño, pues, que en una época de escasez cultural, reunirse para organizar una sesión de música o cine fuera tan natural como excepcional a la vez. De ahí nacen las sesiones de filmoteca en casa de Tàpies con películas de 8 milímetros cuya programación preparaba Brossa.

Cuando nos distanciamos, a raíz de diferencias de criterio durante el rodaje de Vampir-Cuadecuc, me castigaba con mensajes sibilinos y amables a través de terceros. Personalmente, vivía entonces una vida clandestina, muy dura y disciplinada. Había presos sometidos a torturas, familias de presos a las que debías ayudar y, al mismo tiempo, redactar un texto que fuera asumido por todas las fuerzas políticas.

Saliendo de la reunión me iba a Bocaccio, donde yo vivía y, me encontraba con los Barral y Gil de Biedma. Nunca nadie de Dau al Set o del Club 49 pisó Bocaccio. Nosotros éramos como Ámsterdam. Ellos eran París. En mi paso de la producción de cine a la dirección, lo tenía muy claro, nunca sería con un guionista de cine. Mi opción fue dirigirme al Brossa poeta. Fue un auténtico colaborador, un partenaire formidable. Proponía ideas y actuaba como un auténtico provocador. Para mí fue alguien imprescindible.

Pere Portabella (Figueres, 1929), director de cine, colaboró con Joan Brossa y fue senador y diputado autonómico por el PSUC.

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