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Crítica | Hotel Cambridge
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Nadie puede no hacer imágenes

En 'Hotel Cambridge' se diluyen todas las fronteras para adentrarse en un nuevo territorio de ficción y realidad hasta ahora nunca visto

Fotograma de 'Hotel Cambridge'.
Fotograma de 'Hotel Cambridge'.
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El latido de la ocupación. Crítica de 'Hotel Cambridge', por JAVIER OCAÑA

Los cambios dentro de la creación artística ocurren cuando una obra presenta una serie de características que no habían estado presentes con anterioridad a esa obra. Esos cambios son infrecuentes en la Historia del arte. Representan puntos de inflexión que lanzan la disciplina artística en la que se inscribe la obra en una nueva dirección. Hotel Cambridge, de Eliane Caffé, es una obra maestra improbable. Lo que muestra en sus imágenes supone una puerta abierta para una nueva manera de hacer cine. Los elogios hacia esta película, por ditirámbicos que sean, se quedarán necesariamente cortos. Se trata de una de las películas más importantes del año. Me atrevo a decir que su influencia será enorme.

El cine moderno propone una relación nueva entre la representación de una realidad y lo real. En el cine clásico lo real desaparece en favor de una representación sublimada que toma el centro de la experiencia cinematográfica. En el cine clásico todo remite a un mundo que no es real pero que proyecta ideales morales aplicables a la realidad. En el cine moderno, por el contrario, la representación de la realidad y la realidad representada buscan confundirse. El cine moderno va al encuentro de la realidad. De ahí que al cine moderno se le haya tildado a menudo de cine realista.

Muchas grandes películas modernas de los últimos veinte años han partido desde la ficción y se han acercado al documental. Las películas de Bruno Dumont, de los hermanos Dardenne, de Gus Van Sant, de Cristian Mungiu, de Ken Loach. Frecuentemente han mezclado actores profesionales con actores naturales en busca de una verdad y una realidad mayor que la representada por actores profesionales bajo un mero guion. Este tipo de planteamientos ha tenido mucho recorrido dentro del cine de ficción.

Existe también un movimiento desde el cine documental que se ha ido alejando del mero cine testimonio para adentrarse dentro de los paradigmas del cine de ficción. Dentro de ese movimiento pudimos ver hace unos años un excelente ejemplo en la estupenda película En construcción de José Luis Guerín. Dentro de esta misma tradición, dando un paso más adelante, ahora nos encontramos con Hotel Cambridge. La película de Eliane Caffé funde el lenguaje y los elementos propios del documental con elementos propios del cine de ficción. La gracia está en la originalidad de esta fusión. Como hacía la película de Guerín, Caffé parte del documental y sale al encuentro de la ficción.

En Hotel Cambridge se diluyen todas las fronteras para adentrarse en un nuevo territorio de ficción y realidad hasta ahora nunca visto.

La dramaturgia presenta una estructura propia de la ficción: un planteamiento, presentación de personajes, tramas principales y tramas paralelas, nudo, episodios, tema principal y temas anecdóticos, desenlace. Todo organizado con una muy precisa concepción de las necesidades dramáticas dentro de un tiempo fílmico (1h30) perfectamente administrado. La trama principal pivota en torno al desahucio de un grupo de personas que ocupan un edificio vacío. Asistimos a discusiones entre los ocupantes sobre cómo afrontar el desahucio y las asambleas. La escena final muestra el enfrentamiento con la policía. Entre las escenas de la trama principal asistimos al despliegue de historias paralelas, historias personales, en las que se muestran conflictos amorosos, conflictos familiares y conflictos económicos. Todo muy bien orquestado. Asistimos atónitos a escenas imposibles de ver en el cine documental. Algunas escenas de intimidad amorosa son frecuentes en el cine de ficción, pero muy difíciles de ver en el cine documental.

La película encuentra una de sus grandes virtudes en la concepción de los personajes/actores. Los actores y los personajes se confunden hasta lograr que las fronteras desaparezcan. ¿Son actores representando una realidad? ¿Son personas participando en una ficción? ¿Qué es ficticio y qué es real? Imposible responder a estas preguntas. Todo es ficticio y todo es real; todos son actores y todos son personas reales viviendo la realidad. Todo está ocurriendo de verdad y todo está puesto en escena para ser filmado.

Otra de las grandes virtudes de la película pasa por la planificación. Decía Godard: “En su estado de perfección, el documental se acerca a la ficción y la ficción al documental.” Es precisamente eso lo que ocurre en Hotel Cambridge. Lo que Godard venía a decir es que hay que hacer en la ficción lo que es muy difícil en el documental y viceversa. ¿Qué es fácil hacer en la ficción en cuanto a planificación se refiere? Realizar una planificación picada en documental con personajes reales es tan difícil como plantear planos secuencia en la ficción con actores profesionales.

Finalmente, destacaré que la película de Eliane, como toda gran película, presenta una reflexión sobre el propio cine. Lo hace mediante la inclusión de una película dentro de la propia película. En efecto, los personajes de la película están creando una película con el empleo de varias tipologías de imagen. Hay fotos web, hay conversaciones por Skype, hay imágenes de móvil. Todo esto plantea una reflexión importante: hoy en día los personajes ya no viven su vida fuera de las imágenes. Vivir hoy en día pasa también por la creación de imágenes. Nadie puede no hacer imágenes.

He hablado de las virtudes formales de la película. Habrá mucha gente que hablará de la necesidad de un tipo de cine social o militante. Puede que sea un buen motivo para ver la película y, en ese sentido, creo que Hotel Cambridge no les decepcionará. A mí me interesa más la calidad artística de las obras que los temas o los puntos de vista temáticos de las mismas. Nunca voy al cine por motivos ideológicos, voy siempre por motivos estéticos. Y desde ahí, desde la convicción de estar ante una obra importante estéticamente, apelo al espectador para ir a ver Hotel Cambridge. Insisto, no defraudará.

Jaime Rosales es director de cine.

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