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La Ciudad (desértica y millonaria) de la Luz

Los estudios de cine de Alicante, que costaron 360 millones de euros, llevan cinco años cerrados

Exterior de uno de los estudios.Vídeo: PEPE OLIVAS | EPV
Ferran Bono

Todos los edificios miran al mar. De ahí llegaba el agua que llenaba el tanque para rodar películas acuáticas, sin parangón en Europa. En su interior se filmó el tsunami más espectacular de la historia del cine. Hoy nada queda del bullicio del rodaje de Lo imposible.Los toboganes metálicos que escupían las olas del filme de J. A. Bayona se yerguen solitarios en la inmensa piscina vacía, en una planicie atravesada por el sol y las lagartijas. Las casetas de obra en las que Naomi Watts se cambiaba de ropa y se retocaba el maquillaje no han sido retiradas. Las estrellas de Hollywood no pueden demorarse. Su tiempo es oro. Y el edificio del vestuario se encuentra a unos centenares de metros más abajo, en el núcleo de la imponente y desértica Ciudad de la Luz de Alicante, junto a unos gigantescos platós en los que reina el silencio.

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Un silencio que dura cinco años, desde que se cerraron las puertas del complejo abierto por la Generalitat en 2005, tras dejar una resaca de mala gestión, escándalos y despilfarro, además de 60 rodajes. Ahora, el gobierno valenciano está negociando una reducción del castigo de 15 años que le propinó la Comisión Europea el pasado mes consistente en no poder realizar ninguna actividad económica lucrativa en los estudios. Esta decisión, sin embargo, permite a la Generalitat quedarse con la propiedad, sin tener que liquidar, como se presumía, unas instalaciones que costaron 360 millones de euros, sin contar el centenar de expropiaciones (aún en litigio) y las decenas de millones en ayudas públicas con las que se atrajo a las productoras.

Así lo piensa el hasta ahora consejero delegado de Ciudad de la Luz, Miguel Mazón, que se hizo cargo del complejo tras la llegada en 2015 a la Generalitat del gobierno entre el PSOE y Compromís, presidido por Ximo Puig, y tras 20 años de ejecutivos del PP: “Es un logro. Nos quedamos con la propiedad y no hay fase concursal, en la que un administrador la podría haber saldado por un euro”.

Este problema se remonta a 2012, cuando la Unión Europea condenó a la Ciudad de la Luz por competencia desleal a raíz de la denuncia de los estudios privados británicos Pinewood (donde se han rodado películas de James Bond). “El Tribunal Europeo vino a decir que no se podía dotar con ayudas del Estado a una empresa con una rentabilidad muy baja según su plan de negocio”, explica Antonio Rodes, director general de Sociedad Proyectos Temáticos de la Comunidad Valenciana, de la que dependen los estudios. Él es uno de los pocos trabajadores que sigue ocupando las oficinas de unos estudios con 66.000 metros cuadrados techados, sobre un espacio total de 360.000 metros cuadrados de la partida de Aguamarga.

La sanción europea obligaba a Ciudad de la Luz a devolver (a la Generalitat, su única propietaria) los 267 millones en que cifraba entonces el coste de los estudios. Como el complejo no tenía más que deudas, y no podía pagar, salió dos veces a subasta. La primera quedó desierta; la segunda, con un precio inicial de 96 millones de euros, también.

Sin embargo, Rodes asegura que recibe llamadas casi diariamente de interesados para rodar en los estudios, sobre todo en su famoso tanque de agua. “Y llaman grupos muy potentes, internacionales”, apostilla. ¿Y por qué no pujaron en las subastas? “Tal vez porque no es su forma de actuar. Tal vez ha habido quien ha esperado llevarse esto por nada... Pero, insisto, recibimos muchas peticiones”, añade.

Lo cierto es que las instalaciones, diseñadas por el arquitecto traído de Los Ángeles, Gary Bastien, siempre fueron elogiadas. Los directores J. A. Bayona o Ridley Scott (que rodó en Alicante El consejero) sostienen que son de los mejores estudios del mundo.

También es extendida la opinión de que se empezó la casa por el tejado, de que el proyecto con seis enormes platós estaba fuera de la realidad y de la demanda. “El plan de viabilidad era un desvarío. Y cuando llegué me vi todos los balances y no había más que gastos y gastos y ningún ingreso. En fin, no voy a entrar en los dispendios para promocionar los estudios por el mundo, en lo que se pagaba a Francis Ford Coppola por una conferencia [hasta medio millón de euros) o en las ayudas a las película [más de cuatro millones a Asterix, por ejemplo], porque para mí si hay un responsable político de todo esto es Eduardo Zaplana y los gestores posteriores del PP”, apunta Mazón, sobre el expresidente de la Generalitat.

Equipamiento

“No tenía mucho sentido. Nadie tuvo en cuenta el coste de llevar a los técnicos a Alicante, por ejemplo. Como en casi todos los proyectos que nacen desde el poder hay dos niveles: por un lado nunca acabas de saber el objetivo por el que se construye, si es real o si es excusa para otras cosas, otras operaciones. Por otro lado, sí que me gustaría destacar el excelente equipamiento y funcionamiento de la escuela de cine”, señala el director y vicepresidente de la Academia de Cine, Mariano Barroso, que fue coordinador de estudios del citado centro.

Hoy la escuela sigue funcionando, aunque a un ritmo mucho más bajo. Es uno de los tres edificios (junto a las oficinas) no afectados por la sanción europea. Rodes es muy cauto hablando de la negociación. Dice que hay tres posibilidades de futuro para la Ciudad de la Luz, siempre en connivencia con la Unión Europea: la gestión directa, intentando reducir la sanción; buscar un operador o vender los estudios a un precio razonable. Recuerda que ahora con el Brexit, el principal denunciante, Pinewood, ya no formará parte de la UE, y que hay un interés estratégico por la industria del cine y televisión, como demuestra la compra de los estudios Cinecittà por el Gobierno italiano. Incide en la importancia del ambicioso proyecto de la Generalitat de crear un polo de economía digital y de servicios en el terreno que se adquirió en la gran operación urbanística que afectó a 2,5 millones de metros cuadrados, en una parte de los cuales se asentó la hoy desértica Ciudad de la Luz. Un espacio privilegiado con vistas al mar.

Zaplana: “Solo me siento responsable de haber lanzado el proyecto”

Eduardo Zaplana fue el promotor político de la Ciudad de la Luz cuando presidía la Generalitat valenciana, entre 1995 y 2002, un periodo de grandes proyectos temáticos y mediáticos, generadores de mucha polémica. Asegura, en declaraciones a este periódico, que no es responsable del fiasco de los estudios, inaugurados en 2005: “De lo único que me siento responsable es de haberlo lanzado en su día. Un gran proyecto que tenía todo el sentido del mundo para una ciudad como Alicante y la economía de su provincia. Fue una idea de Luis García Berlanga y se pretendía tener el único centro en toda Europa para rodar en exterior, interior y en el mar. Los expertos mantenían que iba a ser un gran reclamo para la industria. Y todo lo hicieron profesionales reconocidos. Desde mi marcha en 2002, no soy responsable de lo que se hiciera”. Desde ese año en que Zaplana fue nombrado ministro y hasta 2015, la Generalitat continuó siendo gobernada por el PP.

Fallecido en 2010, Berlanga propuso en un principio unos estudios más modestos que ocuparan las naves de la siderurgia desmantelada de Sagunto. Luego, el director valenciano lideró la empresa Aguamarga, que gestionó la Ciudad de la Luz y acumuló pérdidas y escándalos.

Zaplana dice que incluso “la actual administración” valenciana tiene una buena opinión de los estudios, aunque critica la actitud socialista ante la denuncia. Rechaza que fueran producto de una época de vacas gordas, de despilfarro. Tampoco lo fue su proyecto estrella, Terra Mítica, que costó más de 400 millones y se vendió a una firma privada por 65. “Vacas gordas no han existido tanto. Lo que existió e hicimos muy bien entonces es aprovecharnos de la financiación europea, como Objetivo 1. Y sobre Terra Mítica, una reflexión: si los actuales propietarios dan beneficios, me pregunto por qué no iba darlos anteriormente”.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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