Cada uno cuenta la guerra
Los personajes de Nieves Rodríguez buscan la felicidad rememorando tiempos mejores, en una obra cuya encendida voluntad poética no alumbra ni se abre camino
POR TODA LA HERMOSURA
Autora: Nieves Rodríguez Rodríguez. Intérpretes: Ester Bellver, Jesús Berenguer, Javier Carramiñana, Esther Isla. Luz: Tomás Charte. Vestuario: Guadalupe Valero. Escenografía: Alessio Meloni. Dirección: Manu Báñez. Madrid. Teatro Valle-Inclán, hasta el 2 de julio.
A través de la sutil nube de vapor que cada amanecer emanaba de la yeguada de Michael Kohlhaas, Henrich von Kleist creó en unas pocas vivas pinceladas una imagen fiel de la felicidad humana: la música de las esferas y el trote de la manada, acordados en un solo ritmo. Y mostró también cuán presto está en quebrar esta armonía el poderoso y la batalla que el agraviado debe emprender para restablecer un orden justo. En Por toda la hermosura,Nieves Rodríguez, joven autora, cifra la felicidad de sus personajes en la rememoración de un tiempo dichoso segado por una guerra larga y cruenta, sin entrar en precisiones ni pormenorizar un relato.
Los protagonistas de esta obra evocan el paraíso doméstico perdido, invocan a sus seres queridos y rememoran situaciones de otrora. Sus identidades son genéricas: “Un abuelo, Una madre…”, y los lugares que mencionan, indeterminados: “El primer pueblo, nuestro país, la montaña…” El aliento poético que Rodríguez intenta imprimirle a sus diálogos ya desde el propio título (que es el verso primero de Glosa a lo divino, de San Juan de la Cruz) se abriría camino con mayor facilidad si identificara paisajes y acontecimientos de manera vívida: “Habla de tu aldea y serás universal”, sentenció Tolstoi.
Para escribir con lirismo cierto, es necesario conocer la realidad de primera mano o documentarse minuciosamente. Por la ambición lírica con la que está escrita, por el tema que trata y el tono utilizado, esta pieza forma un díptico conceptual redundante con La rebelión de los hijos que nunca tuvimos,estrenada hace un mes en el mismo ciclo ‘Escritos en la escena’, del Centro Dramático Nacional.
¿Por qué remacha tal ciclo en el mismo clavo? ¿No aprovecharía más reflexionar sobre las guerras de ahora desde enfoques dispares y mejor informados? Como Ester Bellver, Javier Carramiñana, Jesús Berenguer y Esther Isla, dirigidos por Manu Báñez, se entregan a fondo en su interpretación de un texto que se resuelve todo él en palabras, consiguen mantener incólume la atención del espectador. Tomás Charte los ilumina a todos con delicadísima luz veermeriana y Alessio Meloni los ancla a tierra con un inspirado espacio escenográfico que representa el cráter rodeado de aceras donde antaño estuvo la casa familiar. A la canción que interpreta El abuelo una melodía de tradición oral le caería mejor. El abundante texto proyectado debería de verse sin esfuerzo desde cualquier punto de la grada de la sala Nieva del Teatro Valle-Inclán.
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