Los periodistas premian la libertad y la resistencia ante las amenazas

La entrega de los premios de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) se convirtió este martes en una defensa unánime del periodismo en libertad y de la resistencia ante las presiones y las amenazas. No en vano el gran ausente fue el periodista mexicano Javier Valdez, asesinado el pasado 15 de mayo por sus artículos sobre el narcotráfico. El auditorio puesto en pie recibió con un aplauso cerrado a su viuda, Griselda Triana, que recogió una placa de honor a título póstumo.

Esta tragedia estuvo presente en el discurso de los premiados. El periodista de EL PAÍS Juan Cruz, que recibió el premio de Honor por toda su carrera profesional, se refirió a esta circunstancia. “Me da apuro recibir un premio el mismo día de homenaje a un periodista que por serlo ha sido asesinado”. Retomó las palabras de Victoria Prego, presidenta de la APM, que llamó a la resistencia para combatir las presiones sobre los informadores y se reafirmó en que ante las “presiones latentes o evidentes” el periodista ha de mantenerse firme. Algunos de los intervinientes criticaron también los vetos a los peridodistas, en alusión a la reciente decisión de Podemos de excluir a informadores de varios medios, entre ellos una periodista de EL PAIS, de una convocatoria de la formación política.

“Soy periodista todos los días del año y todos los años”, afirmó el también escritor que acaba de publicar Un golpe de vida (Alfaguara), obra en la que aborda la profesión que lleva ejerciendo “desde los siete años”, según bromeó el presentador del acto, Carlos Alsina. Muchos años pero “sin perder la emoción y la pasión de querer lo mejor”, añadió el adjunto a la dirección de EL PAÍS.

En su elogio de la profesión, Juan Cruz, que estaba rodeado de su familia, consideró el premio de la APM como el “más importante” que podría recibir, y recordó especialmente a su madre cuando, siendo él todavía un niño, le leyó el primer artículo periodístico. También tuvo palabras para sus colegas de profesión, entre los que había encontrado mucha maestría y saludó a Camilo Valdecantos, ya jubilado, durante muchos años cronista parlamentario de EL PAÍS.

El premio al mejor periodista del año recayó en esta ocasión en un grupo de 16 colegas de varios medios: Mar Cabra, Marcos García Rey y Miguel Fiandor, del Consorcio Internacional de periodistas (ICIJ); Daniele Grasso, Jesús Escudero, Rafael Méndez y Carlos Hernanz, de El Confidencial; Joaquín Castellón, Nacho Calle, Verónica Ramírez, Nacho Bernaldo de Quirós y Álvaro Rivas, de la Sexta; Tomás Ocaña, entonces en Univisión Investiga, y Álvaro Ortiz, Fernando Blat y Jorge Sancha, de Populate Tools. Juntos difundieron los polémicos papeles de Panamá, un escándalo de evasión fiscal.

En un discurso leído a tres bandas defendieron el periodismo colaborativo, el que aúna fuerzas para combatir los fraudes, el que se sirve del esfuerzo compartido. Y agradecieron el respaldo de sus jefes. Defendieron también el uso de las nuevas tecnologías que les han permitido bucear por mares de papeles.

Por el contrario, Nino Olmeda, de la agencia Servimedia, se definió como “un lobo solitario” aunque con camada. Recogió el galardón al Periodista Especializado en Madrid y también hizo un sentido alegato del periodismo libre y de la información local.

El reportero freelance Aitor Sáez recibió el premio al profesional más joven del año (menores de 30 años). Ha cubierto conflictos y noticias internacionales, desde la muerte de Fidel Castro hasta el proceso de paz de Colombia o los refugiados en Europa, enviando sus crónicas a varios medios. Criticó las condiciones en las que trabajan muchos profesionales que, como él, hacen multitud de tareas, no solo escribir, también grabar, editar vídeos, etcétera. A eso, dijo, hay que llamarlo “precariedad”.