Eterna Martha Graham
La compañía de la mítica coreógrafa estadounidense concluye en el Teatro Real de Madrid su gira por España con una muestra de sus piezas emblemáticas
Si los cuadros de Picasso merecen museos para ser preservados y mostrados a las generaciones futuras, ¿por qué no van a merecerlo también las obras que rompieron los moldes de la danza clásica (en paralelo a lo que hizo Picasso en la pintura)? A eso se dedican colectivos como la Compañía Martha Graham, heredera del legado de la gran coreógrafa estadounidense, considerada como la madre de la danza contemporánea. “Este es un arte muy joven todavía. Cuando yo era primera bailarina aún estaban vivos los que inauguraron el camino: Graham, Cunningham, José Limón… Por eso quizá aún no hay conciencia de lo importante que es conservar sus trabajos”, afirma Janet Eilber, directora de la Martha Graham desde la muerte de la fundadora en 1991. “Por suerte, esto está cambiando. Cada vez más investigadores se están dando cuenta de que en la danza también están expresados los grandes acontecimientos de la historia, igual que en la pintura, la literatura o cualquier manifestación artística”, añade Eilber.
Un cuarto de siglo después de su muerte, la agrupación creada por Graham en 1926 mantiene vivo el espíritu de la fundadora bailando por todo el mundo sus piezas más emblemáticas y, a la vez, poniéndolas en el contexto del siglo XXI junto a las de coreógrafos actuales que de alguna manera conectan con su legado. Así ocurre en el doble programa que presenta a partir de este jueves y hasta el domingo en el Teatro Real de Madrid —con el que concluye una gira por España que ha tenido parada en Bilbao, Logroño, Pamplona, Vitoria y Oviedo-: coreografías famosísimas como Deep Song (1937), un solo creado en respuesta a la Guerra Civil española poco después de que Picasso pintara el Guernica –“por momentos la bailarina parece haber salido del cuadro”, comenta Eilber- se intercalan con obras de Nacho Duato, Sidi Larbi Cherkaoui y Pontus Lidberg.
El programa refleja también el profundo compromiso de Graham con los problemas políticos y sociales de su tiempo. Por ejemplo, Chronicle nació como respuesta a la amenaza del fascismo en Europa el mismo año en que la coreógrafa rechazó la invitación de Hitler para participar en los Juegos Olímpicos de 1936 en Alemania. Incluye además dos muestras de su etapa griega, Clytemnestra Act 2 (1958) y Cave of the heart (1946). “La tragedia clásica le interesaba especialmente por su carácter minimalista, esa capacidad de condensar las emociones humanas básicas”, explica Eilber.
En su larga carrera Graham creó 181 coreografías con un estilo único, nacido de su experimentación con los movimientos elementales del cuerpo (inspiración/respiración, contracción/relajación). Su técnica, siempre destinada a expresar emociones, abrió nuevos caminos para la danza contemporánea y fue el punto de partida de muchos otros creadores de referencia como Merce Cunningham, que fue bailarín en su compañía.
Babelia
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