Blondie, dar semblanza de humanidad al artificio
El último disco de Blondie recibe una calificación de 6 sobre 10
Horrible título, sin duda adecuado. La franquicia neoyorquina gestionada por Debbie Harry y su socio Chris Stein recurre a la metáfora apicultural para su onceavo álbum, pues han saltado de flor en flor —invitando a la fiesta a todo aquel que aportase sustancia y, especialmente, halo juvenil— hasta edificar esta golosa colmena a mayor gloria de la seductora, penetrante voz de la jefa. Producto artificioso más que expresión orgánica, de acuerdo, pero planteado con el poso intelectual que siempre les elevó, en los hilos musicales, por encima de la papilla habitual. A diferencia de sus precedentes en el nuevo milenio, cosidos por partes en el estudio, Pollinator fue grabado como sus primeras obras, la banda tocando al unísono. Surgidos del fructífero cultivo del club CBGB, Blondie pronto alcanzarían el éxito que esquivó a otras bandas de aquella escena, digamos Ramones o Television. Ojo, tampoco engañaban a nadie: en sus dos primeros elepés contaron con la producción de Richard Gottherer, veterano compositor asociado a los girl groups de los 60. Y, para el tercero, el referencial Parallel Lines (1978), acudieron al hacedor de éxitos británico Mike Chapman. Su ambición sobrepasaba los confines del rock.
Artista: BLONDIE
Disco: Pollinator
Sello: Ada-BMG
Calificación: 6
Nunca sabremos si están en dique seco o, como dicen, quisieron reflejar la efervescente actualidad del pop y, para ello, cribaron el planeta virtual en busca de composiciones asumibles. Salvo por el contagioso, inconfundible Doom or destiny inicial y la charanga de Love level, únicos temas acreditados a Harry-Stein, el grueso de Pollinator proviene de los más insospechados orígenes. Resalta My monster, firmada por Johnny Marr, que pone en boca de la rubia la sentencia ‘’los seres humanos, de jóvenes, son cosas estúpidas’’, dicha con el elegante desdén de quien ya habita la tercera edad.
Hay guiños al propio pasado en el ritmo discotequero de Long time, obra de Dev Hynes, alias Blood Orange, y en la irresistible cadencia de Fun, llenapistas garantizado el próximo estío, aportación de David Sitek, materia gris en los añorados TV On the Radio. La australiana Sia y Nick Valensi de los Strokes están detrás de la pegadiza Best day ever, y la estrellita pop británica Charli XCX les cede una potente Gravity. Lo importante es el peso específico de cada canción y que encaje en el canon de la marca, objetivo logrado aquí en elevada proporción. Tal es el ansia exploratoria de la pareja que llamaron a Adam Johnston, comentarista de un canal de YouTube, autor del reflexivo corte final Fragments.
Esta rejuvenecedora variedad ha sido sintetizada por el productor John Congleton en un todo que suena absolutamente a Blondie, y no solo por la imponente batería del estudioso del pop Clem Burke. Y el resultado, quizás criticable por ese interesado vampirismo de talentos ajenos que resta puntos, también por el gomoso monumentalismo que les caracteriza desde su regreso en 1997, deviene no obstante compacto, degustable. El pop siempre tuvo mucho de falaz constructo: Blondie llevan cuatro décadas dando semblanza de humanidad a ese artificio.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.