Melifluas vidas de rock
Nesci repite con la nostalgia y el retrato de la inmadurez de la mucho más lograda 'Días de vinilo', su primera película
Poco más de un año después de que la española El pregón, de Dani de la Orden, con Andreu Buenafuente y Berto Romero como protagonistas, retratase el habitual patetismo de ciertos renacimientos de bandas de rock, consideradas de culto por cuatro nostálgicos en la inopia, otra película reincide en el fenómeno, de evidentes posibilidades cómicas: la argentina Casi leyendas, esta vez con Diego Peretti, Santiago Segura y Diego Torres, tres estrellas, como vehículos comerciales.
Producciones de aspiraciones populares ambas, se distinguen en cambio en sus tonalidades: mientras El pregón apelaba, con desiguales resultados pero con una buena imagen visual, a la comedia bufa, al golfo restriego de lo idiota de las situaciones, Casi leyendas, segundo largometraje de Gabriel Nesci, se adentra en la siempre dificultosa tentativa de contentar a todos, chicos y grandes, con una comedia dramática que cuanto más se acerca a lo sentimental, peores frutos obtiene. Nesci repite con la nostalgia y el retrato de la inmadurez de la mucho más lograda Días de vinilo (2012), su primera película, pero su nueva oda la música, con el casete como sucio goce para los sentidos, el del oído y el del tacto, nunca encuentra el tono.
Pasadísima de metraje, cerca de las dos horas, Casi leyendas quiere estar, alternativamente, a lo cómico y a lo emocional, pero solo alguna línea esporádica de Diego Peretti, el más adecuado para conjugar ambas texturas, logra su propósito, mientras por su debilísimo guion deambulan desde niños repipis hasta melifluas redenciones personales y familiares, convergiendo en otra película, y esta parece ser la lamentable línea a seguir en el cine comercial de medio mundo, que en lugar de buscar el patetismo molesto y la reflexión cafre, prefiere una remilgada apoteosis de lo cursi.
Babelia
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