Torear no es salir a pegar pases
La presidenta negó sendas orejas a Padilla y El Fandi pedidas con entusiasmo por el público
JANDILLA, VEGAHERMOSA / PADILLA, EL FANDI, ESCRIBANO
Toros de Jandilla, Vegahermosa, correctos de presentación, mansos, blandos y muy nobles. Encastados primero y segundo.
Juan José Padilla: estocada trasera y un descabello (vuelta); estocada caída (petición y vuelta).
David Fandila El Fandi: estocada (palmas); estocada (petición y vuelta).
Manuel Escribano: estocada (silencio); casi entera (ovación).
Plaza de La Maestranza. Décima corrida de abono. 3 de mayo. Casi tres cuartos de entrada.
El toreo es un sentimiento y para expresarlo hay que poseerlo. El toreo brota del alma y hay que sentirlo muy dentro. El toreo es una expresión íntima; es trazar sueños desde la entrega total y la profundidad; es gusto, dominio, sapiencia, gracia, inspiración, creatividad, magia, poderío, pundonor, arrojo… El toreo es un arte, una de las bellas artes.
Por eso, torear no es salir a pegar pases; torear no es ponerse delante de un toro con pretensiones pintureras e intenciones tremendistas. Eso es otra cosa.
Salió un primer toro de Jandilla, suelto y manso en el caballo, que huyó del torero al primer muletazo. Lo recogió Padilla por bajo y cambió su comportamiento. Con casta y con genio, y no exento de nobleza, embistió y repitió el animal con constancia y calidad. Y al toreo de Padilla le faltó templanza y hondura. Y no dijo nada. Optó, entonces, por un circular y el toreo tosco y bullanguero cuando la embestida pedía a gritos una muleta clásica. Otro circular, una vuelta completa sobre sí mismo, y más circulares, esta vez invertidos. Una labor de baja estopa, puro pegapasismo desordenado y descompuesto. Padilla se dejó ir un toro de oreja.
La misma película se reprodujo en el segundo de la tarde, a manos de El Fandi. Muletazos sin armonía a un toro que embistió con genio y fijeza. Circulares, otra vez, toreo incompetente, muy por debajo de las condiciones de su oponente.
De rodillas, frente a chiqueros, recibió Padilla al cuarto, y hasta cuatro largas cambiadas dio en distintos terrenos. Se lució El Fandi en un quite por zapopinas, y el de Jerez le respondió por faroles. Noble y bondadoso fue este animal, al que Padilla muleteó con más serenidad y gusto, sin encontrar la hondura que el toro exigía. Le pidieron con fuerza la oreja y la presidenta no la concedió porque ni la faena, que careció de clímax, ni la estocada, que resultó caída, fueron merecedoras de premio. La abroncaron, pero hizo bien.
También mejoró El Fandi ante el quinto, otro toro de enorme nobleza que no se cansó de embestir con constancia y escasa movilidad. Bajó la muleta, siguió la estela de la embestida y brotaron pases de categoría por ambas manos. Faltó, quizá, el conjunto, el poso, pero fue un torero radicalmente distinto al del toro anterior. Tampoco la presidenta accedió a conceder la oreja. ¿Hubo mayoría? No quedó claro. Tampoco fue una faena de premio. Y, otra vez, una bronca de aúpa. En el haber del torero apúntese su incansable deseo de agradar con el capote, lucido a veces y siempre acelerado.
Escribano tuvo peor suerte. Recibió a sus dos toros de rodillas en los medios, prueba de su buena intención, pero el primero se mostró parado, soso, muy corto e inservible en la muleta. El sexto humilló en la muleta y acudió al cite con franquía; se sintió torero Escribano por momentos y dibujo largos y sentidos derechazos. Remiso el toro por el lado izquierdo, se apagó pronto y no alcanzó la faena los vuelos que se aventuraban.
No trabajaron las cuadrillas con las banderillas, pues todos los pares los colocaron los jefes de filas. Dieciocho en total y cuesta trabajo encontrar uno que se clavara levantando los brazos en la cara del toro. Vamos, que ninguno de los tres se asomó al balcón, lo que demuestra que la voluntad superó al acierto.
Y que no se olvide: torear no es salir a pegar pases.
La corrida de hoy
Toros de Núñez del Cuvillo, para Morante de la Puebla, Alejandro Talavante y David Mora.
Babelia
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