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Crítica | 'Negación'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Negacionismo ‘hardcore’

Una película de juicios tan circunspecta y académica como apasionante

NEGACIÓN

Dirección: Mick Jackson.

Intérpretes: Rachel Weisz, Tom Wilkinson, Timothy Spall, Andrew Scott.

Género: drama. Gran Bretaña, 2016

Duración: 109 minutos.

Se atribuye a la historiadora norteamericana Deborah Lipstadt la expresión negacionismo softcore, acuñada para identificar diversas temperaturas morales en la actitud hacia la memoria del Holocausto. Que, por ejemplo, Jimmy Carter omitiese el periodo temporal que va de 1939 a 1947 en la cronología de su libro Palestine: Peace Not Apartheid fue negacionismo softcore, como lo es la omisión absoluta a toda referencia a los judíos en la primera celebración del Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto bajo la administración Trump. El concepto es un arma de doble filo: la propia Lipstadt ha sido acusada de negacionismo softcore por lo que respecta al genocidio de los nativos americanos.

Las sutilezas de esa dialéctica plantearían a todo cineasta un desafío que, por supuesto, no plantea el pulso con el negacionismo hardcore, que es de lo que va Negación, última película de un Mick Jackson que llevaba quince años abducido por el medio televisivo —¡qué lejos queda, por cierto, el recuerdo de su trabajo más célebre, El guardaespaldas (1992)!—. El juicio que enfrentó al negacionista radical David Irving con Lipstadt por la acusación de libelo que presentó éste tras la publicación del libro Denying the Holocaust da pie a una película de juicios tan circunspecta y académica como apasionante.

A partir del libro de la autora sobre el asunto, David Hare compone un guión que atiende a la letra pequeña del proceso, cuyo principal escollo fue una particularidad procesal de la justicia británica. La película encuentra en las figuras de Timothy Spall y Tom Wilkinson, en las respectivas pieles del grimoso Irving y del a ratos opaco abogado defensor Richard Rampton, a dos presencias de imponente autoridad interpretativa, ideales para reforzar, por contraste, la obcecada perseverancia de hormiga de una Rachel Weisz que se transmuta en Lipstadt.

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