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¿Y si Lisandro fuera transexual?

La directora Marta Pazos y el dramaturgo Mario Layera reinterpretan 'El sueño de una noche de verano' bajo la denuncia social

Una escena de la obra.
Una escena de la obra.

La historia que Shakespeare imaginó en El sueño de una noche de verano podría ser muy distinta. El inglés dispuso sobre el papel que la pareja de amantes, Hermia y Lisandro, huyeran al bosque después de que el padre de ella le prohibiera casarse con su enamorado. Todo en medio de un cóctel de reyes, ninfas, hadas y pócimas mágicas. Muy siglo XVI, pero muy poco siglo XXI.

Así lo pensaron la directora Marta Pazos y el dramaturgo chileno Mario Layera cuando el año pasado decidieron adaptar este texto para la compañía Voadora. “No tenía sentido que huyeran porque el padre no les dejaba casarse. Eso no tiene impacto hoy”, comenta Pazos. Le dieron la vuelta y como pretendían reflexionar sobre la metamorfosis surgió el tema del transgénero: decidieron que Lisandro fuera un transexual y que ese fuera el motivo que impedía la boda. “Cuando lo decidimos hablamos con diferentes asociaciones y activistas transgénero y nos dimos cuenta de toda la revolución del género que estamos viviendo”, señala la directora. Y ahí llegó el verdadero impacto: desde su estreno el 11 de febrero han actuado en más de 25 localidades gallegas, este fin de semana actúan en el Teatro Principal de Zaragoza y ya tienen cerradas once fechas para diferentes festivales durante este verano, entre ellos el Festival de Almada de Lisboa.

La obra, además, posee otro ingrediente: entre sus actrices cuenta con Paris Lákrima, una mujer transexual de 29 años –empezó su proceso de cambio de sexo hace dos- que trabaja como militar desde hace cinco años y que nunca se había subido a un escenario. Ella no interpreta al personaje transexual, pero sí hay un momento en la obra en el que se abre al público y como ella comenta, “hago de quien soy, con toda naturalidad”. Para Paris, que llegó al elenco gracias al casting que le comentó una amiga sexóloga de Santiago de Compostela –aunque cántabra, vive en Vilagarcía de Arousa desde hace años- ha supuesto una experiencia increíble, sobre todo, por cómo el público asimila la obra. “La respuesta ha sido increíble. No sólo por la aceptación social, que es muy alta. El mayor problema de la transexualidad en este país es la desinformación y la ignorancia con respecto a ello. Pero la inmensa mayoría de la gente, cuando hablas de ello sin darle trascendencia, reacciona muy bien”, insiste.

En los mismos términos se expresa Pazos. Sí señala que en algunos teatros –no dice el nombre “para no dañar a los programadores, que han sido muy valientes”- hubo quejas y algunos “consiguieron vaciar el teatro porque calificaron la obra de pornográfica y de irrespetuosa. Pero eso significa que estamos dando donde duele. Y eso es lo que tiene que hacer el teatro”. Sin embargo, con el aumento de representaciones, la aceptación creció. “Ahora el público acaba de pie y los coloquios que realizamos después se llenan y llegan a durar más que la propia obra. La sociedad española está muy preparada para aceptar estos cambios. España es un país enfermo de burocracia, pero la sociedad y la cultura es mucho más rápida”, sostiene.

Paris le da la razón, incluso en relación con el ejército, la institución para la que trabaja. “Dentro de lo que cabía esperar, he tenido que hacer mucha pedagogía con mis compañeros, pero podría haber sido peor”. Por eso, sólo pide que las autoridades políticas se den más prisa: “A corto plazo hace falta ya una Ley de Identidad de Género a nivel estatal para que tengamos los mismos derechos que el resto de personas”. Mientras tanto, da por buena la existencia de estas obras de teatro “ya que ofrecen visibilidad y referencias para los más pequeños”. Es probable que Shakespeare también estuviera de acuerdo.

10 años de Voadora: Teatro pop

En 2007, la directora Marta Pazos, el productor, músico y compositor José Díaz y el también músico Hugo Torres decidieron montar en Galicia la compañía Voadora (Voladora en gallego) con el fin de hacer un teatro “con una visión muy pop, y que hablara de lo que le ocurre ahora al individuo, de las preguntas que se hace”, explica Pazos. Sin tener un lugar estable de ensayo, ya que trabajan mucho en residencias artísticas en Galicia, Francia y Portugal comenzaron a crear obras y revisitar los clásicos, que para ellos también tienen una parte muy pop. De ahí salieron montajes como Calypso, sobre la generación facebook, la subcultura youtube, el neotrash, la tiranía del photoshop, el selfie y la democratización de la tecnología; o una versión de Don Juan de Moliére, con un elenco formado por 20 personas mayores de 65 años anónimas que se apuntaron voluntariamente. Y se han hecho un hueco. De hecho, en unas semanas estrenan en el Centro Dramático Galego, Martes de carnaval, de Valle-Inclán.

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