Adiós a Leopoldo Gutiérrez, el documentalista del arte español anterior a 1936
El ingeniero, economista e intelectual falleció a los 93 años en Ciudad de México
El pasado 11 de enero falleció en Ciudad de México Leopoldo Gutiérrez de Zubiaurre, ingeniero químico y economista muy respetado en la ciudad donde residía desde 1938, y en España conocido sobre todo por su pertenencia a una de las más distinguidas familias de intelectuales y artistas de la primera mitad del siglo XX. Había nacido en Madrid en 1924 y acababa de cumplir 93 años.
Hijo único de una pareja que participó intensamente del ambiente cultural madrileño de su época —su padre fue el influyente crítico de arte Ricardo Gutiérrez Abascal, Juan de la Encina, y su madre Pilar de Zubiaurre, hermana de los pintores Valentín y Ramón— Leopoldo disfrutó de una infancia acomodada y en permanente contacto con músicos, escritores y artistas. Realizó sus primeros estudios en la Escuela Internacional de José Castillejo, un centro educativo laico en el que se formaba a los niños en varios idiomas extranjeros y en el que tuvo como compañeros, entre otros, a los hijos del poeta Pedro Salinas, Jaime y Solita. Con ésta —y después con su marido el historiador Juan Marichal— mantuvo una buena amistad que se prolongó casi hasta el fallecimiento de ambos en México. En este país cursó la carrera de Ingeniería Química en la Universidad Nacional Autónoma, aunque sus aficiones se orientaban hacia la literatura y la filosofía, hacia lo teórico y especulativo. No carecía de talento como escritor y durante los años cuarenta, una época de estrecheces económicas para él y sus padres en su recién iniciado exilio mexicano, tradujo textos de arte y estética (Rodolphe Töpffer, Bernard Berenson, Louis y Réné Menard) así como de organización y dirección de empresas para Fondo de Cultura Económica, Centauro y otras editoriales mexicanas. Después trabajó para el Banco de México y la Compañía Mexicana de Comercio Exterior (COMEX), de la que llegó a ser socio, y viajó regularmente por Estados Unidos, Canadá, Alemania, Suecia y, sobre todo, Francia. El 18 de octubre de 1958, el mismo día de su llegada a México veinte años antes, contrajo matrimonio con Mercedes García Urtiaga, hija de un conocido empresario vasco también exiliado en ese país, con quien tuvo tres hijos, Begoña, Pilar y Ricardo.
Su presencia pública en España se hizo regular a mediados de los años ochenta, en un momento en que se le hizo evidente la necesidad de preservar no sólo la memoria familiar sino, sobre todo, su importante archivo documental, repartido entre sus residencias de México y Garay (Vizcaya). Para entonces eran numerosos los estudiosos del arte español anterior a 1936 que acudían a Leopoldo en busca de información, atraídos no sólo por este archivo sino, sobre todo, por sus excelentes dotes de conversador y su formidable memoria. La jubilación le permitió dedicar buena parte de su tiempo a conservar, ordenar y divulgar el legado familiar y a trabajar en varios proyectos editoriales que difundieran la labor de sus padres y sus tíos. En 1988 la Biblioteca Nacional de España se convirtió en la primera depositaria de una parte del archivo, que incluía, entre otros materiales, la correspondencia del pintor Darío de Regoyos. Después Eresbil-Archivo Vasco de la Música y el Museo de Bellas Artes de Bilbao recibirían importantes donaciones. En el caso de este último, el legado de Leopoldo Gutiérrez de Zubiaurre no se limitó sólo a lo documental, sino que incluyó obras de arte que han enriquecido significativamente la colección y dan fe de su generosa contribución.
Miriam Alzuri es historiadora del arte
Babelia
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