Jonathan Nott, maestro ‘cantabile’
El director de orquesta inglés inicia mañana domingo por España su primera gira internacional como titular de la Orquesta de la Suisse Romande
El director de orquesta Jonathan Nott (Solihull, Inglaterra, 1962) volvió a escuchar su voz de soprano solista la pasada Navidad. Alguien de su entorno localizó en Internet una grabación suya con el coro de la catedral de Worcester. “Fue una extraña experiencia más de cuarenta años después. Era el mismo músico que soy ahora, pero tenía otra vida. No podía ni imaginar lo que me depararía el futuro”, admite. Nott iba para cantante y se formó en el National Opera Studio londinense. Pero no terminaría subido a las tablas de un teatro sino al podio de director. Su afán se ha mantenido intacto. La diferencia es que ahora dedica todo su empeño en hacer cantar a su orquesta. “Para mí es primordial encontrar el cantabile, eso que sucede en el paso de una nota a otra, de una frase a otra, e incluso de un movimiento a otro en una sinfonía. Hacerlo sin que decaiga la tensión y mostrando que todo viene de un sitio y avanza hacia otro. Eso lo aprendí desde muy pequeño con el canto”, reconoce el artista, que empieza mañana domingo su gira por España.
La voz también despertó en él una inclinación completamente natural hacia la música contemporánea. “Crecí viendo con normalidad la música de mi tiempo. Sintiendo su necesidad y experimentando su capacidad expresiva. Incluso mi relación como director con Ligeti, Boulez o Lachenmann me ha permitido escuchar a Beethoven, a Schubert o a Mahler de otra manera”, opina. El director inglés habla con EL PAÍS desde Ginebra durante los ensayos previos a su gira española. Dirigirá dos programas con sendas Quintas sinfonías, de Beethoven y Schubert, el Cuarto concierto para piano, del compositor de Bonn (con el argentino Nelson Goerner como solista), y la Primera, de Mahler.
Nott se ha convertido en los últimos años en un reputado mahleriano, tras grabar para el sello Tudor sus sinfonías a excepción de la Décima que considera una hipótesis. “A Mahler también llegué a través del canto, pues su música está muy relacionada con la vocalidad como sucede también con Schubert”. Precisamente, sus próximos lanzamientos discográficos son dos versiones de La canción de la tierra en Tudor y Sony; la última frente a la Filarmónica de Viena con el tenor Jonas Kaufmann cantando todo el ciclo. “Me fascina la capacidad calidoscópica de Mahler para mezclarlo todo en sus sinfonías, que se muestra en la Primera, aunque me perturba su mundo interior donde nada es lo que parece”, asegura. Aboga también por un Beethoven traumático. “La Quinta sinfonía debe ser una experiencia impactante para el público, de lo contrario estaremos haciendo algo mal”, afirma.
El director inglés visita España con su nueva formación, la Orquesta de la Suisse Romande (OSR). Su gira comienza mañana domingo en San Sebastián y terminará el próximo 5 de febrero en Oviedo, tras pasar por Zaragoza, Murcia y Alicante, pero también por Madrid donde actuará en los dos ciclos de Ibermúsica. Nott lleva dieciséis días como titular de la formación suiza tras permanecer dieciséis años al frente de la Sinfónica de Bamberg. “Creo que llego en un buen momento a la OSR y la primera semana de conciertos con obras de Debussy y Ravel ha sido excelente. He redescubierto con ellos esta música fantástica que es toda alma sin cuerpo. Y que también relaciono con la voz, pues en mi juventud canté mucha música francesa”. Aparte de su antigua vinculación como principal director invitado de la Ensemble Intercontemporain o su reciente labor al frente de la Sinfónica de Tokio, la orquesta de Bamberg ha sido su principal destino: “Con ellos crecí dirigiendo más de seiscientos conciertos desde 2000. Ha habido de todo. Nos hemos gritado, pero también nos hemos enamorado. Y al final llegamos a tal grado de intimidad y entendimiento que sobraban las palabras”, reconoce.
Nott tampoco desdeña las invitaciones de otras orquestas, como la Filarmónica de Viena con la que visitó Madrid en junio pasado, pero le fascinan especialmente las orquestas de jóvenes. “Tengo necesidad de trabajar con orquestas juveniles, como la Junge Deutsche Philharmonie de la que soy titular”. Habla de compartir con la siguiente generación y por ello fundó en Bamberg el premio Gustav Mahler para jóvenes directores. “Nunca estudié dirección, sino que fui asistente de otros. Y siempre he querido devolver lo que recibí”. La semilla está fructificando. Gustavo Dudamel ganó su primera edición en 2004 y en 2013 venció Lahav Shani, uno de los jóvenes directores más interesantes del momento.
Babelia
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