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Complicidades y engaños

'Años felices', tercera novela de Gonzalo Torné, narra las relaciones de un grupo de amigos para reflexionar sobre la corrupción de los sueños de juventud

Si sus anteriores novelas, Hilos de sangre (2010) y Divorcio en el aire (2013), proponían una renovación o dilatación de nuestra narrativa, apostando por una mayor complejidad, al acrecentar el sustrato de ambigüedad moral y la desatención a las certidumbres convenidas, en Años felices, aparentemente más restringida, pero de una sutileza que exige al lector readaptar sus destrezas, Gonzalo Torné (Barcelona, 1976) despliega un admirable potencial reflexivo para transferirnos una doliente reprobación de la creencia en un destino propio a través de un grupo de amigos (algunos tentados por la poesía) en la Nueva York de los años sesenta del siglo pasado.

Años felices ofrece una experiencia de remoción de la conciencia como sólo puede hacerlo una obra de arte

Muy avanzada la novela se recuerda que “la gente siempre se equivoca” y que el trabajo del novelista consiste en reverdecer una hiedra seca con la imaginación. En Años felices es imprescindible atender a la intencionalidad del narrador. Parece omnisciente, pero es un sobrino nieto de Alfred, de los Montsalvatges (familia que remite a Hilos de sangre), que accidentalmente se descubre por alguna apelación dispersa al destinatario, que no es el lector, lo que impone la intriga de asistir a una conversación privada, de la que acaso estamos excluidos.

La narración puede entenderse como una larga carta dirigida a ­Kitty, la hija ya anciana de Claire (el gran amor de Alfred), escrita en una época que sobrepasa la actual (­Kitty entrará en el discurso narrativo en el capítulo penúltimo, ‘El libro de la noche’, y a ella se debe la declaración disuasoria de que la historia no pertenece al narrador). Esta prórroga cronológica no es un juego con el tiempo, sino un reforzamiento de la autosuficiencia de la novela, que puede captar la irrupción de lo maravilloso en un pasado transfigurado por la evocación, antes de constatar que “la traición define la estructura del mundo”.

Más información
Recomienda en Librotea 'Años felices', de Gonzalo Torné

Pues lo que este pariente lejano evoca (sin justificar cómo ha accedido a una información tan minuciosa) es el compromiso amistoso y el desconsuelo de unos sólidos afectos amenazados por el forzoso desmoronamiento. Cada uno busca una retribución y una comprensión que no verá cumplida. Alfred, al que llaman “príncipe”, deja atrás Barcelona y busca en Nueva York el “acceso a la esperanza”, fiado en ser un “favorito del azar” y convertirse en poeta; Kevin se opone a su pertenencia al judaísmo y a la vulgaridad de su padre cambiándose el apellido; para la enfermera Jean, la bondad es el mejor método para sortear las complicaciones; su hermana Claire, la radiante Claire, se sustrae de la decepción recurriendo a la expectación que promueve su propia belleza; Harry es un rico heredero, también con alicientes poéticos, que no sabrá desviarse del patrimonio familiar y prolongará la figura degradada de su padre.

Todos ellos conforman una mezcla donde nuestra condición humana revela las más oportunas fantasías y la claudicación, tan previsible como inesperada, en la corrupción de los sueños. El tema es el derecho de la juventud a no denigrar sus quimeras, un tema sustancioso, clásico, que en manos de Gonzalo Torné se renueva en una elegía revestida con los velos de un melodrama intelectual. La lectura de Años felices proporciona una experiencia de remoción de la conciencia como sólo puede hacerlo una obra de arte.

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Autor: Gonzalo Torné


Editorial: Anagrama


Formato: versión Kindle y tapa blanda (360 páginas).


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