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Pelé: “La gente no sabe que yo de niño limpiaba zapatos”

'O Rei' presenta una nueva película, centrada en su juventud El filme, encargado por el mito brasileño, abarca desde su infancia hasta el Mundial de 1958

En 1950, Pelé aún no era Pelé. Todavía le llamaban Edson (en honor a Thomas Edison porque cuando nació llegó la luz a su barriada en Brasil). Tenía 10 años y jugaba al fútbol en las calles sin asfaltar de Minas Gerais, pateando descalzo un balón hecho de telas. Por hacerlo, su madre le castigó sin ver la gran final de aquel Mundial: Brasil contra Uruguay. Pero Edson se escapó y, desde un rincón, presenció el terrible Maracanazo, la derrota de Brasil en casa y las lágrimas de su padre.

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A sus 76 años (Três Corações, 1940), sentado en la habitación de un hotel de Nueva York, con energía a pesar de llevar dos días enteros de entrevistas, Pelé aún se emociona al recordar esa escena con la que arranca un nuevo filme basado en su vida, Pelé, el nacimiento de una leyenda, que se estrena mañana viernes en España.“Ésta es una película que toca más la emoción que los otros documentales que han hecho sobre mí, con los goles, los partidos, los títulos”, dice en su resuelto español. “Aquellos también eran filmes lindos, pero solo hablaban de Pelé marcando goles, ganando los partidos. Nadie sabía ni sabe cómo llegué allí”.

O Rei del fútbol contactó al productor Brian Grazer (Una mente maravillosa) para encargarle un proyecto que se centrará en su camino hacia la cima y éste se lo pasó a los hermanos Jeff y Mark Zimbalist, cuyo currículum incluía documentales deportivos y sobre Brasil. “Cuando me mandaron el primer guión y vi que contaba mi vida antes de la fama me emocionó mucho y me dio más valor para hacer la película”, continúa Pelé. “La gente no sabe que yo limpiaba zapatos de niño para ayudar a mi papá, que él tuvo una fractura que le obligó a dejar de jugar al fútbol, que se quedó sin trabajo y que él fue mi maestro. La gente no sabe todo eso, por eso este filme es importante para mí: porque habla sobre Pelé, el ser humano”.

La película va desde aquel Maracanazo a su estreno con la selección brasileña y primer título mundial, en Suecia en 1958. En esos ocho años, Edson o Dico, como le llamaba su familia, pasó a ser Pelé, un apodo despectivo por su tamaño, pequeño y delgado, que le dieron los niños ricos de su ciudad y que por poco que le gustara se acabó quedando.

Sin ser un documental, la película está plagada de escenas de fútbol por lo que el proceso más complicado fue el de encontrar a dos pelés, uno de 10 años y otro adolescente. O Rei sabía que además de que se le parecieran físicamente, tenían que saber jugar al fútbol y, después de una larga búsqueda, encontraron dos chavales brasileños desconocidos: Leonardo Lima Carvalho y Kevin de Paula. Además, el propio Pelé tiene un cameo, que alarga así su peculiar relación con el cine que tuvo su mayor momento hace 35 años en Evasión o victoria.

“Aquel equipo era de primer nivel, y yo sólo era un extra, pero fue una gran experiencia porque no tenía nada que ver con mi vida de entonces”, recuerda. Y empieza a reírse al acordarse de Stallone. “Él no sabía jugar al fútbol, pero en la película tenía que jugar. Ensayamos y ensayamos, pero no conseguía hacer nada. Yo tenía que ser el portero y una tarde llegó el director [John Huston] y me dijo: ‘Pelé, tú marcas el gol y alguna jugada porque con Sylvester no va a poder ser’. Yo pensé que se iba a enfadar porque él era el protagonista, y cuando lo vi empezó a besarme, abrazarme y darme las gracias. Se quedó aliviado”, se ríe.

Para Pelé, fútbol y cine comparten el poder de “unir a la gente”. Si le preguntas de cine, asegura que ve de todo, aunque prefiere las “películas de acción y del espacio”. Si le preguntas de fútbol, la conversación no acaba. Cree en el deporte y en el fútbol como la forma de superar hasta los conflictos políticos del país. Sólo compara su querido Santos, el equipo con el que jugó 18 años, con el Real Madrid contemporáneo a él y la Holanda o el Barcelona de Cruyff. En el fútbol de hoy, Messi sigue siendo “la mayor figura”; aunque su compatriota Neymar “tiene buenas posibilidades si alcanza el equilibrio emocional”. “Se irrita fácilmente”, dice.

“Individualmente, tenemos los mejores jugadores del mundo, pero no hay un buen conjunto”, decía justo antes las Olimpiadas de Río en las que su selección se coronó con el Oro y resucitó del último Mundial de 2014. Ese en el que la historia del Maracanazo se repitió, y Brasil perdió en casa contra Alemania por 1-7. “En 1950 yo tenía 10 años y vi mi a padre llorar. Hace dos años me vio mi hijo llorar —se encoge de hombros—. Es la vida”.

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