Los Obama, pareja de cine
'Michelle y Obama' y 'Barry' muestran en pantalla la juventud del 44º presidente de EE UU cuando el máximo mandatorio aún no ha dejado la Casa Blanca
Cuando el próximo 20 de enero Barack Obama deje la Casa Blanca será recordado por muchas cosas. Entre ellas, ser el único hombre sobre la faz de la Tierra que consiguió ver los episodios de Juego de Tronos antes de su emisión. No tuvo más que pedirlos y se los mandaron a casa. Parece una anécdota aunque quienes siguen la serie de culto saben que un detalle así es muestra de la huella de este presidente en la cultura popular. Vale que fue el primer mandatario estadounidense negro, pero ¿el primer presidente friki? Pues sí, Obama será muy culto, graduado de la Universidad de Columbia, pero nunca ha ocultado su otro lado, lleno de placeres vergonzantes como su preferencia por La guerra de las galaxias, o Marte, de Ridley Scott. El estreno de no uno sino dos largometrajes, Michelle y Obama, de Richard Tanne, y Barry, de Vikram Gandhi, en Netflix, ambos centrados en la vida del 44º presidente de los Estados Unidos cuando todavía ni ha dejado la Casa Blanca, sorprende... pero menos. “Hollywood le adora no solo por su ideología sino también por su estilo”, asegura Tom Sito, historiador y profesor de la escuela de cine de la Universidad del Sur de California. “Michelle y él se han comportado con una gracia y un talante que no se veía desde los tiempos de JFK, Jackie y Camelot”, añade igualándolo a un presidente que Hollywood mantendrá vivo para siempre.
Es un buen argumento para justificar el hecho de que la figura de Obama se haya convertido en la del héroe más buscado en la gran pantalla. Desde los años de El joven Lincoln (1939), al cine estadounidense le ponen sus mandatarios. Lo extraño en este caso es que ambas películas, las dos óperas primas, se estrenen antes de que Obama le pase a Donald Trump las llaves de la Casa Blanca. Y que en lugar de ser panfletos propagandísticos o biopics melifluos sean buenos trabajos cinematográficos de dos directores que debutan. Más allá de contar la biografía del líder estadounidense loa dos guiones hablan de esos comienzos: la primera cita, en el caso de Michelle y Obama, o los primeros meses en la universidad en Barry, de esas primeras experiencias similares a las de cualquier otro que tiene que esperar a ver Juego de Tronos en la televisión con el resto de los mortales. “Quise reflejar a alguien que está al frente de los Estados Unidos, y que sin embargo se parece a nosotros”, cuenta el realizador de Barry. Un filme en el que Barack Obama nunca es mencionado por su nombre, sino solo por el apodo universitario de Barry. “La gente está tan fascinada en él como persona como lo están con su legado”, resume el actor Devon Terrell, como el Obama que interpreta, hijo multirracial y multicultural de madre india británica y padre negro nacido en Georgia (EE UU) y criado en Australia.
“La gente está tan fascinada en él como persona como lo están con su legado”, asegura el actor Devon Terrell
A nadie se le escapa la ola de nostalgia que sacude la nación especialmente desde que Trump ganó las pasadas elecciones. Y la importancia que ha tenido Obama en las redes sociales. Hasta la fecha es el presidente con mayor presencia en ellas. Pero ambos directores coinciden e insisten en que su meta fue retratar al hombre, no al político. “El presidente Obama fue capaz de ponerse a cantar en público un tema clásico de la Motown sin avergonzarse. ¡Son tantos los políticos que dan vergüenza ajena intentando parecer alguien de la calle! A los Obama, en cambio, les sale de natural, gente normal con mucha clase”, añade Sito. Gente normal fruto de una época que muchos vivieron y cuyas vidas, y las películas que las muestran, llegan cargadas de referencias culturales para una generación. En el caso de Barry, mostrando el Nueva York de comienzos de la década de los ochenta, tiempos en los que un Obama universitario busca su propia identidad rodeado de clásicos como El hombre invisible (1952) u Orfeo Negro (1959). Y Michelle y Obama, viviendo en el Chicago de 1989 la que podría haber sido su primera cita entre referencias culturales como Haz lo que debas, de Spike Lee, o los libros de Toni Morrison.
“Esa capacidad tan innata a la hora de conectar ha sido su clave en Washington y ahora en Hollywood. Es lo que lo hace tan interesante para el cine”, insiste Gandhi. Pero el realizador tampoco pudo ocultar la otra razón de su película: “Eliminar el mensaje de Trump con el que nos ha querido convencer de que Obama, su mandato, nos ha dividido”.
Babelia
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