Los ojos de Michèle Morgan
Michèle Morgan, la actriz francesa fallecida ahora a los 96 años, fue tan popular en Francia, país de agradecida memoria, que hasta el presidente Hollande le ha rendido homenaje definiéndola como “una leyenda que ha marcado a varias generaciones”. Raro sería que aquí ocurriera algo parecido respecto a una artista retirada de su profesión desde hace más de medio siglo. En Francia suele ser otra cosa. En el festival de Cannes la recordaban bien, al haber ganado el primer premio de interpretación de su historia (en 1946 por La sinfonía pastoral, de Jean Delannoy), y la nombraron presidenta de su jurado en 1971. Los premios César le otorgaron el de Honor en 1992, y solo hace tres años recibió la Gran Cruz de la Legión de Honor… Otro talante.
En España, en cambio, no fue tan conocida a pesar de los éxitos de algunas de sus películas rodadas en otros países (Pasaje para Marsella, 1944, en Hollywood, El ídolo caído, 1948, en Reino Unido, Fabiola, 1949, en Italia…) y de aquellos sus bellos ojos, que no dejaban de emanar una frialdad a la hora de interpretar que aquí no terminó de gustar. Ni siquiera en la película española que protagonizó en 1954, Un balcón sobre el infierno, dirigida por el francés François Villiers, coproducida por el catalán Alfonso Balcázar y rodada en España en buena parte. Su compañero en el reparto fue Simón Andreu y en la película tenían papeles importantes Carlos Casaravilla, Jorge Rigaud y Matilde Muñoz Sampedro. En la ficha francesa, sin embargo, en al elenco se destaca tras a Michèle Morgan a la actriz Dany Saval, algo también habitual en el país galo, donde prefieren afrancesar lo que se pueda. A Victoria Abril, por ejemplo, que aparece en los diccionarios como “actriz francesa de origen español”. Pero pelillos a la mer. Hay mucho que imitar de ellos, también en lo referente al tratamiento de sus figuras populares.
Aquí tenemos noticias de signo opuesto. Los actores y bailarines de compañías oficiales no cobran sus sueldos desde el pasado mes de octubre, según se ha sabido estos días. Y de la archianunciada Casa del actor en la que se acogería a los artistas veteranos y retirados, como hay en Portugal sin ir más lejos, sigue sin saberse nada. Menos mal que la entidad privada AISGE se preocupa en parte de los menos favorecidos. Ici c´est l´Espagne, mon ami.
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