El mundo secreto de las libretas de Jorge F. Hernández
El escritor y periodista mexicano publica 'El dibujo de la escritura', una compilación de sus ilustraciones
Un cocinero agita una mezcla en una olla alta. Con cara de urgencia grita al pinche, parado a su lado: “¡Necesito verbos!”. Otra: Un escritor acude al departamento de quejas con una máquina de escribir entre manos. “Me jodió el desenlace”, dice amargamente al dependiente. Una más: 18 diminutos personajes esperan en fila frente a una puerta. En la línea hay una mujer en bikini, un granjero con un bieldo en mano, un religioso y un hombre larguirucho. “Dicen que aquí el autor le cambia la trama”, afirma uno.
Estas escenas breves pueblan las libretas de Jorge F. Hernández (Ciudad de México, 1962). Durante años, los dibujos vivieron una vida secreta en las hojas que el escritor y periodista de EL PAÍS acumuló desde la infancia. Para el mundo de los escritores el talento para el dibujo del autor de La emperatriz de Lavapiés era un secreto a voces. En 2013, sin embargo, Hernández dibujó la portada de Un montón de piedras, una colección de cuentos suyos. Entonces su secreto se hizo público.
Alfaguara publica este año El dibujo de la escritura, que compila una selección de las mejores ilustraciones halladas en 16 de las más de 100 libretas. El hilo conductor de la colección es el proceso creativo de la escritura visto desde el humor. “Si dibujo un personaje lo veo más creíble. Le pongo nombre y apellido y signo del zodiaco. Ya que tiene personalidad le destrozo la existencia con un destino fatal o lo hago muy feliz con una rubia espeluznante”, cuenta Hernández.
Hernández creció cerca de Washington, en Estados Unidos. Una maestra de primaria le regaló su primera libreta para hacer llevadera una tragedia familiar. Su madre había sido víctima de una trombosis cerebral que la hizo perder la memoria. Las hojas de la libreta eran una forma de comunicación. Allí comenzó a dibujar. Su madre recobró muchos de sus recuerdos hasta que Jorge tuvo 14 años.
Los trazos de Hernández están influenciados por Sergio Aragonés, el reconocido caricaturista español criado en México de la revista MAD. Los diminutos personajes que existían en los márgenes de la publicación definieron el estilo elegante de Hernández, que también presume otras influencias. “A mí me han marcado los escritores que dibujan”. Carlos Fuentes, dice, era un gran caricaturista. También cita una edición ilustrada por el propio G. K. Chesterton de El hombre que fue jueves. E incluso Franz Kafka, pero esos no están dentro de sus favoritos. “Esos sí los debió de haber quemado Max Brod”, bromea. “Sé de muy buena fuente que Antonio Muñóz Molina también dibuja, pero lo mantiene en secreto”, agrega.
A Jorge F. Hernández no le preocupa el síndrome de la página en blanco. Para que su mente imagine solo deja garabatear a la pluma. Ese esbozo puede definir una palabra o a uno de sus personajes. En pocas palabras, el autor crea. Y también destruye. En uno de sus dibujos dos hombres conversan en la calle frente a una preciosa casa. Parece que se acaban de encontrar y se están poniendo al tanto después de mucho tiempo de no verse. “Me escribió a diario hasta que lo aburrí como personaje”, dice uno con un triste gesto como cara. ¿Y qué pasa cuando el autor no puede dibujar algo? “Ah, entonces lo redacto”, dice Hernández.
Babelia
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