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Mungiu ilumina la podredumbre moral rumana

El cineasta estrena 'Los exámenes', premio a mejor dirección en el festival de Cannes

Gregorio Belinchón
El cineasta rumano Cristian Mungiu.
El cineasta rumano Cristian Mungiu.
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La universidad de la vida, por JAVIER OCAÑA

El rumano Cristian Mungiu (Iasi, 1968) es un niño de Cannes. El festival francés le encumbró otorgándole una merecida Palma de Oro a su segunda película, Cuatro meses, tres semanas, dos días, en 2007. Su siguiente largometraje, Más allá de las colinas (2012), gano en el certamen los premios a la mejor actriz -exaequo a sus dos protagonistas- y mejor guion, y Los exámenes, que se estrena hoy en España, obtuvo el reconocimiento en la última edición a la mejor dirección. Él, en su dulce ingles, se reconoce cómodo en el Palais des Festivals, epicentro del certamen, y afortunado con esos galardones. Todo, a base de contar las mentiras, los engaños y las miserias de la sociedad rumana, en este caso a través de los ojos de un padre que lidia con una esposa enfermiza, una amante que quiere regularizar su situación sentimental, una hija a punto de dar el salto a la universidad y que encara los últimos exámenes... y en general una sociedad tan corrompida como hipócrita. "En realidad, no es una película sobre el engaño sino sobre la manera en que lo vivimos, en que se ha convertido en un hábito en Rumanía. Pertenezco a una generación rumana que pensó que iba a cambiar el mundo, la del baby boom rumano. Eso exacerbó la competitividad, y con 16 años ya tenías que saber que ibas a estudiar, porque si no, te comían el terreno".

"¿Hay un momento cero en la vida de un mentiroso, un acto en la infancia o en la juventud de la gente que desde entonces hace imparable su caída en la amoralidad?"

Mungiu estudió Medicina porque su padre era doctor. "Eso crea una educación coja. Como yo iba a ser médico, cuando me gradué en el instituto no sabía nada de matemáticas. Hoy esto ha mejorado algo, pero sirve para explicar la presión que siente mi protagonista, Romeo, en su interior: su hija tiene que lograr como sea aprobar para estudiar en el extranjero. Cuando me gradué [el título internacional de la película es Graduación], competí con otros 37 por un puesto en la Facultad. Y si no lo lograbas te enviaban al ejército 16 meses [un detalle que se apunta en un diálogo]. Por eso, y siento que al espectador extranjero se les escape, en Los exámenes es fundamental el contexto y la historia rumana, Romeo solo se explica como parte de una sociedad". Una sociedad con una brutal agresividad latente, una violencia que estalla de vez en cuando en pantalla. "Creo que se relaciona con lo que veo a mi alrededor y en las películas de Haneke, especialmente en Caché, porque habla del egoísmo hoy".

A pesar de todo, o para hacerlo más doloroso, Romeo es un hombre con cierta ética y se mueve por el amor paterno. El resto... "Cierto, hay distintas corrupciones. Cuando empecé a escribir, pensé: '¿Hay un momento cero en la vida de un mentiroso, un acto en la infancia o en la juventud de la gente que desde entonces hace imparable su caída en la amoralidad? ¿No se puede hacer nada para detenerlo?'. Al final del viaje no tengo respuestas, pero sí una certeza: somos productos de nuestra época y nuestra sociedad, y no podemos cambiar si ella no cambia. Y yo no veo venir esos cambios: ni en Rumanía ni en el mundo". El cineasta no quiere generalizar más: "No soy sociólogo".

"No creo que la gente joven será mejor de por sí, porque la juventud no es un valor, es una época de la vida"

De lo que sí sabe es de mostrar la desesperación en la que viven los rumanos. "Me gustaría que este filme acentuara la crítica a los malos comportamientos en mi país, que ayudara en algo. En Rumanía hemos perdido un poco la facultad de entender que el cine no es solo arte e industria, sino que también tiene cierta fuerza como movilizador social. Espero crear polémica y debate. Dicho esto, he recibido muchos comentarios en casa del estilo: 'Si no te gusta esto, vete a otro país'. La verdad hace daño, no es fácil encararla". Todo esto en una nación con mucha población emigrada -el 10% se ha ido en las dos últimas décadas- en el resto de Europa, y que a su vez está recibiendo migrantes de la diáspora siria, aunque solo sea de paso. "Nadie quiere quedarse [risas]. Hace 20 años éramos probablemente un país más naif. Hoy en este mundo globalizado no creo que haya sitios mejores o peores para que crezcan tus hijos. Yo vivo en Bucarest, si le vale como respuesta. Mi personaje empuja a su hija a que se vaya". El mismo Mungiu ha rechazado varias oferta para dirigir títulos indies estadounidenses. "Nunca sentí esos guiones lo suficientemente cercanos como para comprometerme con un rodaje allí".

¿La ayuda  a Rumanía, la fuerza del cambio, llegará por ser parte de Europa? "Tampoco tengo respuesta. Desde luego la democracia es el mejor de los gobiernos, y eso es Europa, la creadora de la democracia. Hay que variar desde la base los fundamentos morales, en realidad diría hacerlos existir, que estamos enseñando a nuestros hijos". Al final, ¿eso es una muestra de optimismo?. "La película no lo es. Pero a mí no me queda otra, soy padre. Eso sí, no creo que la gente joven será mejor de por sí, porque la juventud no es un valor, es una época de la vida".

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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