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Crítica | Tristán e Isolda
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Genética de la belleza

Al virtuosismo de la pareja protagonista le acompaña el valor de las imágenes de vídeo

Dorothée Gilbert y Mathieu Ganio, en uno de los momentos del ballet.
Dorothée Gilbert y Mathieu Ganio, en uno de los momentos del ballet.James Bort

La ópera de Richard Wagner Tristán e Isolda tiene numerosas versiones en ballet, pero es obligado citar al menos el Mad Tristan de Leonidas Massine (Metropolitan de Nueva York, 1944, con telones y vestuario de Salvador Dalí); el Tristan de Herbert Ross (American Ballet Theatre, 1958) y el de Maurice Béjart en Lausana en 2005, ideado para los bailarines españoles Víctor Jiménez y Rut Miró con trajes de Gianni Versace. Finalmente en 2006 el coreógrafo polaco Kristov Pastor hizo un nuevo Tristan e Isolda para el Real Ballet Sueco.

Tristán e Isolda

Coreografía: Giorgio Mancini. Música: Richard Wagner.

Vestuario: Yiqing Yin. Escenografía: Thierry Good; vídeo: James Bort. Con Dorothée Gilbert y Mathieu Ganio.

Teatros del Canal. 20 de noviembre.

La idea de concierto íntimo a dúo tenía sus riesgos. Por una parte, esa música grandiosa y opulenta, que obliga a que la danza esté en consecuencia con la trama trágica y ese tono mayor. Giorgio Mancini busca una exposición clara donde las imágenes de vídeo tienen un papel importante, tanto en la estética como sirviendo de pausas o cambios de escena. El espectáculo en este sentido está logrado y discurre con claridad.

Para este delicado trabajo se necesitaba una pareja como la escogida por Mancini: Dorothée Gilbert (Toulouse, 1983) y Mathieu Ganio (Marsella, 1984), estrellas del Ballet de la Ópera de París, artistas en un momento dulce de capacidad interpretativa y madurez a la vez que exultantes en su línea y su controlado sentido del virtuosismo, armónicos y musicales. Mancini demuestra oficio, un conocimiento sapiente de la danza clásica y de su experiencia personal, la que usa con detalles de corte contemporáneo para armar una obra moderna y refinada. Ganio es un muy buen partenaire y lo demuestra; Gilbert es una bailarina de temperamento y capaz de transmitir elocuentemente el rol. En el caso de Ganio puede destacarse además que en él se cumple aquello de la genética en los hijos del arte: sus padres son dos reconocidas estrellas históricas del ballet francés: Dominique Khalfouni y Denis Ganio.

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