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Crítica | Gala Nacho Duato
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El rodillo inexorable de Cronos

Es una buena oportunidad para acercarse al ecléctico y cambiante estilo del coreógrafo

Ensayo de la 'Gala Nacho Duato' en los Teatros del Canal.
Ensayo de la 'Gala Nacho Duato' en los Teatros del Canal.Jaime Villanueva

La raíz de esta gala está en el premio que la Comunidad de Madrid dio a Nacho Duato (Valencia, 1957) este año. Es oportuno recordar que fueron los socialistas, entonces en el poder, quienes le decapitaron después de 20 años en el poder directivo de la Compañía Nacional de Danza (CND) en 2010, y que ahora es la derecha (en una clara estrategia del Partido Popular) quien se empeña en recuperarle con varias operaciones de diversa índole que llevan a un mismo fin: el regreso del coreógrafo español más notorio y consagrado del ballet contemporáneo global.

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Una prueba más de que el ballet es pura política (no es algo peyorativo a priori), que lo ha sido siempre de Catalina de Médici a Luis XIII, de Luis XIV al zar Nicolás II, de Josef Stalin a André Malraux, de Mao Zedong a Fidel Castro; los coreógrafos y directores, a veces reunidos en la misma persona, se dejan querer y desde esa atalaya predilecta, producen sus ingentes obras haciendo verdad de aquel adagio que se atribuye a Arthur Saint-Léon: “Coreografía es dinero”.

Pero la materia coreográfica, el patrimonio coréutico como tal, es también otra cosa, tiene sus propias vías de consagración, asentamiento y trascendencia. A veces una coreografía necesita de mucho tiempo, depuración, transmisión y análisis antes de ser aceptada en ese parnaso que llamamos repertorio (algunas creaciones de Duato han mejorado con el patinado añejo). Otras veces las coreografías mueren a la vez que nacen, o poco después de su estreno. George Balanchine decía que en la ópera, como en el ballet, lo olvidado bien olvidado está. Mientras el coreógrafo vive, es su deber valedor tratar de mantener sus piezas sobre los escenarios. Luego vienen la historia, el tiempo, las corrientes del gusto, la evolución de la técnica, y quedará lo que quedará. No lo sabemos con certeza. Del programa de esta estupenda gala, diseñada como exquisita filigrana continua, sin cortes, que abarca un arco de datación de obras de más de tres décadas, puede colegirse en primer lugar que la implantación de Duato es ya bastante sólida, que él mismo se ha afanado a fondo en ello y que veremos sus ballets aún durante bastante tiempo. Un Duato emocionado dijo unas palabras prologales muy sentidas.

GALA NACHO DUATO

Coreografías de Nacho Duato. Música: María del Mar Bonet, Juan Sebastian Bach y otros; Festival Madrid en Danza. Teatros del Canal. Hasta el 19 de noviembre.

La gala madrileña es una buena oportunidad para acercarse al ecléctico y cambiante estilo del valenciano, en un principio muy influido por su mentor principal, el checo Jiří Kylián que lo acogió como bailarín en el Nederlands Dans Theater de La Haya, donde hizo su primera pieza Jardí tancat (1983), y que luego ha pasado por diversas etapas al son de las tendencias (solar, organicismo, étnico, minimalismo, deconstrucción, tenebrismo) hasta llegar a un inesperado apogeo entusiasta con los clásicos académicos del siglo XIX, pura circunstancia en realidad, y que ha dejado dos cuestionables revisiones de obras mayores: La bella durmiente y Cascanueces, etapa que falta en esta gala. Hubiera estado bien, por aquello del rigor, un botón de muestra demostrativo del corolario de que ahora Duato ama a Marius Petipa e interviene con holgura sobre las lecturas tenidas por canónicas. Pero el eje de la reunión era la memoria de la CND.

La función, llena de una cierta electricidad eufórica, demostrativa de la fidelidad de sus seguidores y de su público mesetario (que sin duda mantiene), tenía también la cota sentimental de ver reunidos a un puñado de bueno y esmerados bailarines a los que podemos considerar históricos de la CND de otros tiempos; algunos de ellos habían colgado las zapatillas y las han desempolvado de nuevo para esta ocasión: eso tiene mérito y merece aplauso. Es evidente que han trabajado duro e intensamente, tal como es muy palpable que algunas obras han resistido mejor que otras el rodillo inexorable de Cronos. La metáfora principal es que el coreógrafo lucha, incansable, por su estética.

La oferta armada por Duato trajo hasta el Canal fragmentos de Arenal, Jardí tancat, Rassemblement (bordado en estilo y musicalidad por África Guzmán y Francisco Lorenzo), Arcangelo, Remanso, Static time (llevado a cotas de gran intensidad y concentración por Gentian Doda y Lucio Vidal), Herrumbre, Cobalto y Multiplicidad. El final coral fungió como un decálogo de oferentes y prometedoras intenciones.

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