“Estaba cansado de ser Phil Collins”
El exlíder de Genesis se confiesa en una autobiografía, donde anuncia su regreso a escena
“Estaba cansado de ser Phil Collins”, resume sobre su retiro de la última década uno de los únicos tres artistas que a lo largo de su carrera ha vendido 100 millones de álbumes tanto en solitario como en calidad de integrante de una banda (los otros dos son Paul McCartney y Michael Jackson). La cita es en un hotel de su Londres natal, donde el antiguo batería y luego líder de Genesis, asiduo de las listas de superventas especialmente en su faceta paralela como solista, presenta una autobiografía que acaba de publicarse en España y desde cuyo título, Todavía no estoy muerto, anuncia un regreso a escena.
Esa proclama tiene mucho que ver con el remonte de Collins tras los problemas de salud sufridos en los últimos años, entre ellos la pérdida de parte de la audición en un oído o la dislocación de una vértebra que dañó los nervios de las manos. Pero también subraya que “todavía me quedan muchas cosas por hacer”. Presentes aún la secuelas de una reciente operación en la columna vertebral, por el momento sólo ha confirmado una serie limitada de conciertos el próximo año, aunque no descarta la “posibilidad” de un nuevo disco. “Hace años que no compongo y voy a intentar dar ese salto”, anuncia desmintiendo los aromas de despedida definitiva que podría sugerir la reedición de sus ocho álbumes en solitario iniciada en enero o la reciente recopilación de 45 de sus grandes temas (The Singles).
Los nuevos tanteos musicales no pretenden esbozar “el comienzo de un nuevo Phill Collins”, puntualiza el autor de In The Air Tonight, Take a Look at Me Now o I don´t Care Anymore, quien a sus 65 años se siente más proclive a mirar atrás de la mano de unas memorias en las que repasa su singladura profesional y se abre en canal en el terreno personal. Tres matrimonios fallidos, la incapacidad de conciliar la vida familiar con la del artista o sus problemas con el alcoholismo ya en edad madura —cuando su decisión de retirarse y volcarse en los suyos llega demasiado tarde y acaba sumido en la depresión y la bebida— jalonan el recorrido de quien desde muy joven se trazó como ambición ganarse la vida como batería.
A lo largo de las páginas autobiográficas desfila el hijo de una familia modesta del sudoeste de Londres que fue actor infantil en varias producciones del West End —en un delicioso retrato del swinging London de los 60— hasta que decide volcarse en esa obsesión por la percusión y el ritmo, presente desde que a los tres años le regalaran un tambor de plástico. “El resto de mi vida comienza en septiembre de 1970”, escribe sobre los primeros ensayos con Genesis, la banda de rock progresivo en la que ingresó como batería tras responder a un anuncio, y que pasó a liderar cinco años más tarde a raíz de la marcha de Peter Gabriel.
Nunca ambicionó reemplazar al carismático solista, reitera frente a la versión extendida que él atribuye a unos tabloides británicos con los que ha venido manteniendo una legendaria mala relación. Los mismos que en su día publicaron que se había divorciado de su segunda mujer vía fax o que le hicieron responsable de la terrible actuación de los Led Zeppelin en un concierto benéfico de Live Aid, donde Collins contribuía como batería.
“El éxito y el reconocimiento son dos cosas muy diferentes”, admite durante la entrevista sobre el viraje hacia una veta más comercial que le reprochan muchos seguidores primigenios de Genesis, o quienes le vienen negando el pan y la sal a pesar de su exitosa carrera en solitario. Phil Collins se siente hoy vindicado tanto por las nuevas generaciones de músicos (Adele es una fan declarada) como por tantos veteranos ilustres de la industria que han buscado su colaboración, desde Tony Bennet a Pul McCartney, pasando por Robert Plant, Eric Clapton, el propio Peter Gabriel y una larga y heterogénea nómina en la que incluso figura Anni Frid (ex ABBA).
La faceta de productor se añade a otras muchas, como la de compositor para el mundo del cine (tiene un Oscar por el filme animado Tarzán), pero a Collins le gustaría ser recordado “como un gran batería, que es donde empezó todo”. Le entristece “no poder cerrar el círculo” compareciendo en sus próximos conciertos en pleno dominio de las baquetas, función que ahora delega en su hijo adolescente Nick. Pero finalmente disfruta de la vida familiar (tras la reconciliación con su tercera ex mujer, Orianne, madre de dos de sus cinco hijos) y ha conseguido desterrar muchas de las inseguridades confesadas en su autobiografía. Lo dice el Phil Collins más entrañable y desapegado de sus réditos como estrella: lo que esté por venir en el plano musical será sólo un feliz añadido.
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