De la culpa
El marchamo nórdico es garantía de calidad. Series extraordinarias como ‘Borgen’, ‘The Killing’ o ‘The Legacy’ lo demuestran
“Quería que fuese una serie de personajes, no sólo una serie sobre un crimen”. Son palabras de Siv Rajendram Eliassen, creador de Absuelto, la serie estrella de la televisión noruega de esta temporada que emite Canal + Series. “El crimen es sólo la excusa para contar la historia de los personajes y la relación entre ellos”. A estas alturas de la historia audiovisual, el marchamo nórdico es garantía de calidad. Series extraordinarias como Borgen, The Killing o The Legacy lo demuestran. Suecia, Noruega y Dinamarca arrasan en los mercados y lo hacen desde la calidad, desde una espléndida puesta en escena, unos estupendos intérpretes y unos guiones que fluyen armónicamente.
Y si el denominador común de sus realizaciones solía ser un cielo y unos ambientes plomizos, en Absuelto la reina de la casa es ese enraizado concepto religioso de la culpa entreverado en esta ocasión con lo que Max Weber denominó “el espíritu del capitalismo”, esa forma de entender el mundo en la que lo racional favorece el éxito económico (lo que hace la Wikipedia), es decir, nada que ver con los depredadores financieros autóctonos que empiezan a sentarse en los banquillos.
Un antiguo crimen, un ejecutivo triunfador que vuelve a sus raíces sin que se le haya perdonado la sospecha de haber sido el asesino pese a la absolución judicial, unos personajes que mantienen una educada compostura con la misma sobriedad que los ascéticos decorados y enmarcado todo ello en el impresionante paisaje del fiordo en el que se sitúa Lifjord, el pueblo del protagonista.
Contemplando estas series se comprueba la enorme influencia de Carl Theodor Dreyer en los cineastas nórdicos, su proclividad al análisis íntimo de sus personajes y a la austera concisión de sus planos. Lo extraordinario de estas series es que son capaces de aunar la calidad con el éxito de audiencia: Absuelto tuvo un 38,8% de cuota en su estreno en la televisión noruega. Esa es su grandeza.
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