Paco Ureña: “Torear en la plaza de la Maestranza es un regalo”
Tras cortar dos orejas en abril, sustituirá al lesionado Roca Rey en la Feria de San Miguel
El torero Paco Ureña (Lorca, 1982) vuelve a la plaza de la Maestranza este sábado, día 24, para sustituir a Roca Rey, que ha cortado la temporada española. Será la primera de las dos corridas de la feria de San Miguel, en la que hará el paseíllo junto a Morante de la Puebla y el joven Javier Jiménez.
Vuelve Ureña al ruedo en el que cortó dos orejas en la pasada feria abrileña convencido de que “ha hecho bien el empresario por la temporada que llevo, y porque he creado una ilusión entre los aficionados; ya no tengo nada que demostrar, pero sí mucho que mostrar sobre lo que siento cuando me visto de torero”.
“Torear en Sevilla es un regalo”, exclama exultante el torero. “Esta es una ciudad muy especial para mí, pues aquí viví los años más duros de mi carrera; aquí presencié desde el tendido los triunfos de muchos compañeros, y en esta plaza he podido hacer realidad mi sueño”.
Cuenta Ureña que en 2004, dos años antes de tomar la alternativa, alquiló un pequeño estudio en Benacazón, localidad del Aljarafe sevillano, donde vivió hasta noviembre de 2015, cuando decidió cambiar su residencia a un pueblo de Guadalajara. “Esta ciudad ha sido testigo de la peor etapa de mi vida, cuando no toreaba ni veía ninguna luz al final del túnel. Me levantaba y me acostaba con la única obsesión de entrenar y esperar alguna oportunidad”, recuerda el torero.
La familia de Ureña se dedica a la agricultura y vive en el campo, en una pedanía de la localidad murciana de Lorca. A finales de septiembre, cuando su padre daba por terminada la cosecha de sandía, el aspirante a torero utilizaba un trozo de terreno para obtener los pocos ingresos que necesitaba en aquella etapa. “Con la ayuda de mi familia y de algunos buenos amigos me dedicaba al cultivo de la brócoli, que es una hortaliza que no requiere mucha mano de obra, y ganaba el dinero suficiente para pagar el alquiler de la casa y vivir todo el año”.
Pasó el calvario y llegó a Las Ventas. Disfrutó del triunfo, emocionó con su toreo y recibió el apelativo de ‘torero de Madrid’.
“Qué bonito…”, suspira el torero. “Pero me quedan muchos peldaños para ser considerado como tal. Me gustaría ser torero de Madrid, porque es como serlo del mundo. Necesito a esa plaza espiritualmente para vivir. Para mí lo ha significado todo en tardes muy duras y otras bonitas, en las que he podido disfrutar de lo que busco en el toreo, que no es más que el abandono”.
Califica su temporada actual como ‘intensa’, aunque expresa cierta decepción cuando se le recuerda que solo ha participado en 24 festejos después de ser uno de los triunfadores de la pasada Feria de San Isidro.
“Quizá, debiera haber toreado diez o doce corridas más”, reflexiona, “pero a muchas figuras les ha costado más de un año consolidarse en el escalafón”. “Lo que no entiendo -prosigue- es por qué sufrí un parón muy serio después de la feria de San Fermín. Estuve parado casi un mes y me pareció ilógico. Creo que era un torero interesante para el público”.
Pero cuando se le pregunta por los motivos de esa injusta situación, elude acusaciones directas y prefiere culpar a las circunstancias. “A pesar de todo, -insiste-, ocupo un lugar de privilegio en el sentido de que he creado una ilusión en los aficionados, y eso es lo importante; además, puedo expresar lo que siento y emocionar a quien se sienta en un tendido para verme”.
De momento, le espera la Maestranza. “Lamento que mi presencia se deba a la lesión de un compañero, pero es una oportunidad en la que me juego mucho, como cada tarde; y para ello trataré de torear como sé hacerlo”.
Y, finalmente, Ureña explica en pocas palabras su concepción del toreo: “Dar toda la verdad y todas las ventajas un animal que entrega su vida para que sea posible una obra de arte”.
Babelia
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