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Premio en la feria de Logroño a la actitud de José Garrido y López Simón

El torero madrileño sufrió una tremenda voltereta de la que salió milagrosamente ileso

Dos orejas cortó el diestro José Garrido en el cuarto festejo de la feria de San Mateo de Logroño y una más sumó también Alberto López Simón, premios al valor y a la actitud mostrada por estos dos jóvenes toreros.

Con algo más de media entrada, se lidiaron dos toros para rejoneo -primero y cuarto- de Los Espartales, nobles y a menos; y cuatro para lidia ordinaria de Jandilla, bien presentados y de variado comportamiento.

El rejoneador Hermoso de Mendoza: rejón (silencio); dos pinchazos y rejón trasero y caído (silencio).

Alberto López Simón: dos pinchazos y medida tendida y caída (vuelta al ruedo); estocada (oreja tras aviso).

José Garrido: gran estocada (oreja); estocada trasera y caída (oreja tras aviso).

López Simón estuvo muy firme con su primero, al que quitó por ceñidas chicuelinas antes de que el subalterno Vicente Osuna dejara dos muy buenos pares de banderillas, aun sin llegar a saludar. Con nueve pases de rodillas sin enmendarse abrió el madrileño una faena de muleta de mucho asiento ante un toro remiso a la pelea, y con tendencia a huir de los engaños.

Pero pudo más el tesón de López Simón, que, sin quitarle la muleta de la cara, lo sujetó y trazó muletazos de mucho desmayo y sentimiento. Tan relajado estaba el torero que, en un descuido, el toro se lo echó a los lomos, rozándole el cuello con el pitón, en lo que fueron unos momentos de verdadera angustia.

Con visibles rasguños en la cara, Simón volvió a la carga como si nada, y volvió a ponerse de rodillas en una final tan emocionante como tremendista. El mal uso de la espada le privó del triunfo.

Con el quinto, López Simón llevó a cabo una faena de menos a más. Después de unos primeros pasajes un tanto desangelados por el lado derecho, lo mejor llegaría al natural. Cierto es que por ese lado embistió más y mejor el flojito Jandilla, y así lo aprovechó el madrileño para instrumentar varias series de muletazos largos, templados, ligados y por abajo de muy buena firma.

Circulares invertidos y otros adornos finales acabaron por meter al público en el bolsillo, y tras una muy buena estocada logró una oreja de ley.

José Garrido dejó ya claro con el capote en su primero que no venía a Logroño a pasar la tarde, algo que refrendó en el último tercio. Se impuso con firmeza y sobrado valor a un toro encastado y con cierto genio.

A los estatuarios de la apertura le sucedió una primera tanda a derechas de mucho aguante y exposición. A partir de ahí, Garrido se impuso al toro en una labor de muchísimo arrojo y verdad. Ni una sola duda. Entrega y valor a raudales. Estocada hasta la bola (posiblemente la mejor de lo que va de feria) y oreja para el joven extremeño.

Otra oreja más logró Garrido del sexto, el toro más deslucido del sexteto, al que le cuajó una faena perseverante y muy entregada, cuyos momentos más rotundos surgieron al natural y en un final eléctrico y comunicativo.

Hermoso se mostró muy correcto y ortodoxo en su noble primero, que, sin embargo, se vino pronto a menos. Destacó con Napoleón de salida, con Berlín en banderillas y galopes a dos pistas. Sobre Beluga tuvo que sudar más el navarro, pues el toro aquí ya empezó a pararse y, en consecuencia, el público se aburrió hasta el punto de guardar silencio tras un certero rejón final.

Al cuarto lo lidió Hermoso con maestría a lomos de Disparate, con el que ejecutó sus conocidas ‘hermosillas’, y destacó también sobre Donatelli, con el que hizo piruetas jaleadas por el respetable. Pero esta vez no mató bien y fue nuevamente silenciado.

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