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ENTREVISTA | Joseph Pérez

“Los estados pueden ser laicos, pero la religión crea diferencias”

El historiador Premio Príncipe de Asturias 2014, Joseph Pérez, critica la falta de asimilación de los inmigrantes en las escuelas europeas

Mai Montero
El historiador e hispanista, Joseph Perez en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santander.
El historiador e hispanista, Joseph Perez en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santander. Esteban Cobo

El historiador especialista en la España de la modernidad Joseph Pérez ha impartido un curso esta semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santander en el que da su visión particular sobre Carlos V y “la catástrofe que supuso para España la llegada de los Austrias”. Nacido en Laroque d’Olmes, Francia, pero de padres españoles, Pérez critica el actual sistema político de su país, las diferencias que crea la religión desde la escuela y a la Europa en la que solo importan el poder y el dinero y no los servicios públicos ni el bien común.

Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2014 y miembro de la Real Academia de la Historia, Pérez defiende la idea de jacobinismo y ensalza la figura del cardenal Cisneros, del que publicó una biografía en 2014. “Fue un político muchísimo más importante que Richelieu, que muriese en 1517 fue una desgracia para España. Es muy posible que si no hubiese muerto el futuro del país se habría dibujado distinto”, asegura el historiador.

Pregunta. ¿Cómo valora la situación actual de Europa?

Respuesta. Lo resumiría como victoria póstuma del sacro imperio romano germánico. Tenemos una Europa alemana, y no tengo nada en contra de los alemanes, pero sintiéndolo mucho los franceses, los españoles y los italianos pertenecen a una vieja civilización, la romana mediterránea, en la que predomina la idea de res pública, de bien común, de un conjunto de valores que se consideran por encima de los intereses particulares. Desgraciadamente, la concepción que tenemos en Europa es la de privatizarlo todo. Únicamente cuenta el dinero, y los intereses privados no se pueden oponer al interés general de una nación.

P. ¿De qué manera le preocupa la aparición de movimientos de extrema derecha en el continente europeo?

R. Es un problema social, pero también religioso. Yo soy hijo de españoles, nacido en Francia, y en los años 30, la escuela asimilaba a los extranjeros. Entraba un pequeño español, un pequeño portugués o un pequeño italiano y después de cuatro años salía un francés. Esto ha desaparecido. Supongo que por fallos de la escuela y también porque estos inmigrantes eran católicos, a diferencia de ahora que son islamistas. A pesar de la laicidad de los estados la religión crea diferencias, y habría que tratar este problema de otra manera.

P. ¿Qué opinión le merece el actual gobierno francés?

R. Estamos en un sistema político sin ninguna salida, el personal político no merece respeto en Francia. Solo les interesa estar en el poder, que está en manos de una oligarquía, y no de una élite. Son un grupo de privilegiados que lo ocupa todo, de izquierdas o de derechas, la división es profundamente artificial. No puedo opinar con la misma libertad sobre España, pero creo que nos parecemos bastante.

P. Hablando de España, ¿qué piensa sobre la cuestión catalana como ejemplo de los nacionalismos que también están surgiendo en Europa?

R. Creo que en España se ha complicado de una manera exagerada. Sobre la cuestión catalana, considero que una nación puede legítimamente hacer uso de su derecho de autodeterminación cuando se justifique. Y eso ocurre cuando un pueblo se siente discriminado, cuando en un territorio dado se les prohíbe llevar a cabo sus tradiciones con libertad. Los catalanes pueden hablar su lengua, bailar la sardana, ir a Montserrat de peregrinación…nadie les prohíbe nada.

P. ¿Por qué cree que en España se ha hecho una mala interpretación del papel de Carlos V?

R. La historia se ha fijado muchas veces en las glorias del imperio, en el momento en el que España parecía dominar el mundo y hasta cierto punto era verdad. El real de a ocho, que era la moneda española, era el dólar de la época y esto duró hasta el siglo XIX. Se comprende entonces que al fijarse en este periodo la gente tenga una buena concepción de los Austrias, pero no lo hicieron a favor de España, lo hicieron por su dinastía. Se metieron en guerras que no afectaban a España en Alemania o Flandes, y al final el país salió perjudicado.

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Sobre la firma

Mai Montero
Es editora de portada en el equipo digital de EL PAÍS y escribe reportajes para otras secciones. Antes trabajó en otros medios como Periódico Magisterio, especializado en educación, y en Cambio16. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS, actualmente cursa el Grado de Derecho en la UNED.

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