La plaza de toros de El Puerto recupera su arquitectura modernista
La restauración del coso gaditano muestra su hierro fundido pintado de colores
Hasta el barcelonés periódico ilustrado joco-serio El Loro se hizo eco de lo ocurrido a finales de 1879: una tormenta hizo zozobrar, en las costas de Lisboa, el buque que transportaba desde Brujas (Bélgica) el 50% de la fundición para la plaza de toros que se estaba construyendo en El Puerto de Santa María (Cádiz). Con aire socarrón, el semanario satírico se congratulaba de la oportuna inclemencia meteorológica. Mientras, en la ciudad gaditana cundía el desánimo ante la posibilidad de no ver terminada la plaza. El mal agüero no se cumplió y El Puerto estrenó su coso un año después, pero nunca vería el original diseño que para ella se proyectó. Hasta hoy, que una intensa restauración le ha devuelto la impronta que debía tener desde hace 136 años.
Blanco, rojo, azul y verde decoran ahora la recuperada arquitectura del coso taurino en un aire circense que no pasa desapercibido a los ojos sorprendidos de los visitantes. Pero el nuevo aspecto encierra más singularidades que las que arroja a simple vista. Como la posibilidad de que sea el primer edificio modernista de España o el primero que empleó hierro fundido pintado de colores. Así lo reconoce el artífice de la recuperación, el arquitecto José Carlos Galán, responsable de Ingenioarte. Su empresa se ha encargado de unos trabajos que han ocupado casi 10 meses y en los que se han invertido 1,1 millones de euros, procedentes de fondos europeos y de la Diputación de Cádiz.
Tanto al arquitecto municipal, Humberto Jiménez, como al propio Galán se les abrían dos caminos: restaurar lo existente o recuperar lo que no pudo ser. Y optaron por la segunda opción. Para ello, recurrieron a los planos que se conservan en los archivos de las Bodegas Osborne, ya que fue Thomas Osborne Böhl de Faber el que presidió la comisión patronos que financiaron la construcción a finales del siglo XIX.
“La versión que vemos hoy es la que nunca disfrutó El Puerto”, reconoce Galán sobre un diseño “con un cuidado mimético en la ornamentación”. Es la etapa previa de investigación, que ha hecho posible la restauración, la que más entusiasma al arquitecto, pero no es la única. En los trabajos, se ha rehabilitado la fachada, se han recuperado las cubiertas de zinc de la presidencia, se ha devuelto la distribución original del salón de diestros y la capilla y se ha incorporado una entrada directa a las nueva enfermería y quirófano.
También se ha encargado de darle una dimensión cultural que, hasta ahora, la plaza no tenía. Se han habilitado parte de los bodegones para los camerinos, una tienda de souvenirs y un centro de interpretación. Además, se pretende destinar otros 12 bodegones (de los 60 lados que tiene la plaza) a una zona comercial y hostelera. “Es una nueva tendencia porque, el edificio debe vivir todo el año”, reconoce el arquitecto. Y apunta: “Las plazas de toros surgen por el negocio taurino. En el momento que este negocio acabe, se mueren si no las reconvertimos. ¿Qué hacemos con un monumento así en una ciudad pequeña como esta?”.
Líneas curvas y motivos vegetales
“Posiblemente, el modernismo empiece en España en El Puerto”, sentencia José Carlos Galán, aún a sabiendas de lo arriesgado de una aseveración que se apresura a argumentar. Mariano Carderera y Pardo fue el que realizó el proyecto de una plaza en un estilo que Galán denomina como “protomodernista”, ya que se adelantó unos 10 años al movimiento artístico, “sin saber que estaba creando una nueva escuela”. Recurrió a materiales típicos del estilo como la piedra arenisca, el hierro fundido y el ladrillo sin tallar.
Todo ello, en un momento en el que las tendencias eran otras. “En esos años, se vinculó la fiesta a un estilo nacional, el neomudéjar”, matiza el arquitecto y profesor de la Universidad de Sevilla. Sin embargo, Carderera se apartó de él para apostar por un modelo personal, en el que domina una herrería de movidas líneas curvas en rejas y jabalcones y motivos vegetales como la flor del lirio (símbolo de la angustia).
Y no será porque no siguió patrones anteriores que constituyen otra de las singularidades de la plaza de toros portuense. “Copió el tamaño del coso y la distribución interior de la desaparecida plaza que hizo Emilio Ayuso en Madrid”, reconoce el arquitecto. Lo que ya se desconoce es “¿por qué no copió el estilo neomudéjar de la de Ayuso y optó por esta decoración?”. Ese será el misterio a descubrir en este edificio que, ahora sí, enorgullecería a Carderera.
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