Apoteosis de Ponce en Santander a los sones de la música de Morricone
Cortó las dos orejas a un nobilísimo toro de Miranda y Moreno, premiado con la vuelta al ruedo
Con dos tercios de entrada, se lidiaron toros de Miranda y Moreno, el quinto como sobrero al ser devuelto el segundo y correrse turno, muy mal presentados por anovillados los jugados como primero, segundo, y tercero. La segunda mitad del encierro tuvo mejor y más seria fachada. El cuarto, 'Bendecidito de nombre, fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.
Enrique Ponce, oreja con petición de la segunda y dos orejas.
Juan del Álamo: aviso y ovación tras leve petición, y vuelta al ruedo tras dos avisos.
Andrés Roca Rey, ovación y palmas tras aviso.
El torero Enrique Ponce cuajó de manera magistral al toro Bendecidito, de Miranda y Moreno, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre, en una faena ambientada con música de Ennio Morricone, premiada con dos orejas y que forma ya parte de la historia de la plaza de Santander.
Fue un milagro. La Banda Municipal de Música atacó los suaves compases del tema principal de la película La misión, una pieza de Morricone que, por lo melancólico y pastueño del inicio, sorprendió a un público en perfecta simbiosis con una obra magistral diseñada por Enrique Ponce. El torero y el toro Bendecidito se fundieron en una obra que quedará para la historia del coso santanderino de Cuatro Caminos.
Se sucedían las tandas ligadas, rítmicas, por ambas manos, con esa diestra magnética que ha hecho del poncismo una religión de más de 25 años de vigencia. Y Ponce se templaba embebido en esas notas suspendidas en el aire mientras caminaba en torero al entrar y salir de la cara del toro tras reivindicar la grandeza del toreo ligado y bello que alumbraron Joselito y Belmonte. Vertical la figura, juncal la cintura, hasta atrás el vuelo de la muleta y las poncinas finales ligadas como delicioso delirio, con la magia de la música enardeciendo los espíritus. Lo pinchó y dejó luego media estocada. Ahí quedaba la obra, inmarcesible, y dos orejas volaron a sus manos mientras el presidente ordenaba el arrastre lento del nobilísimo animal.
La primera exigencia por abajo en forma de trincherazo dio con los huesos del primero en la arena. Y tras sobarlo y aguantar las molestas rachas de viento, alcanzó Ponce una gran diestra ligada en el tercio del seis coronada por uno de pecho eterno. También lo cuajó con la zurda. Y donde se posaron los papelillos anidó el temple en una ronda cumbre. La espada en el rincón y un trofeo más.
Roca Rey imantó a público y toro desde el saludo capotero a su primero. Lo templó desde el primer lance y le esperó con valor pétreo cuando se le vino y finalizó con una larga de remate. Escasito de pitones y de fuelle, se le sangró poco a este tercero, que estaba en el límite. No transmitió absolutamente nada y se paró muy pronto. Ni siquiera el arrollador huracán del Perú pudo poner en ebullición la plaza santanderina, a pesar de probarlo todo, incluso una arrucina prolongada en un cambio de mano. Y, cosa rara, sólo enterró media espada. El sexto tampoco le ayudó, pues duró poco y no transmitió absolutamente nada.
El segundo bis, con carita de novillo, salió descoordinado. Pañuelo verde y Juan del Álamo optó por correr turno. Salió un ejemplar anovillado, bajo, de generoso cuello y hechuras diseñadas para embestir. En la tercera tanda del muleteo se templó Del Álamo, pero el toro se derrumbó en el de pecho. Crepitaron luego dos naturales de muleta rastrera en una serie frondosa y con altibajos, que fueron tónica dominante en un larguísimo quehacer. Lo mató muy bien. El quinto se deslizó muy noble por los dos lados. Del Álamo amontonó muchas tandas en una labor de excesivo metraje.
Tudela, orejas para El Capea y Esaú Fernández
Los diestros Pedro Gutiérrez El Capea y Esaú Fernández cortaron una oreja a un toro de Dolores Aguirre y Miura, respectivamente, en el desafío ganadero entre estas dos emblemáticas ganaderías toristas celebrado en Tudela (Navarra), en el segundo y último festejo de su feria de Santa Ana.
Con media entrada, se lidiaron tres toros —primero, tercero y quinto— de Dolores Aguirre, y otros tantos —segundo, cuarto y sexto— de Miura, bien presentados y variado comportamiento. Destacaron primero y cuarto.
Pedro Gutiérrez El Capea, oreja y ovación.
Agustín de Espartinas, pitos tras aviso y pitos.
Esaú Fernández, silencio tras aviso y oreja.
Babelia
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