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'IN MEMORIAM'
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Colérico consuelo

El poeta Jordi Doce reflexiona sobre la figura central de la poesía británica de posguerra

Geoffrey Hill, poeta británico.
Geoffrey Hill, poeta británico.Eamon McCabe (Getty)

El pasado 30 de junio fallecía de forma repentina en su casa de Cambridge el poeta Geoffrey Hill, considerado por muchos críticos —entre ellos Harold Bloom o George Steiner— como la figura central de la poesía británica de posguerra. Su muerte es algo así como el final de una era: con ella se apaga definitivamente la constelación de grandes nombres —Philip Larkin, Ted Hughes o Charles Tomlinson— que dominó la poesía de las islas durante medio siglo, renovando el curso de la tradición nativa sin descuidar las vetas más apreciables de la vanguardia.

Hill ocupó desde muy pronto un lugar aparte por la severidad y el rigor formal de su propuesta. Desde la publicación en 1959 de su primer libro, For the Unfallen, fue saludado como un talento indiscutible: la intensidad barroca de su escritura era un modelo de precisión y energía capaz de resolverse a cada instante en versos memorables, y a la vez de crear conjuntos mayores que la suma de sus partes, pegados al matiz, la imagen luminosa y esa forma de meditación pública que es el soliloquio. Él mismo definió la poesía como “un triste y colérico consuelo”, y sus poemas, recogidos en Broken Hierarchies. Poems 1952- 2012 (2013), están gobernados en mayor o menor medida por esa tristeza y esa cólera, santa cólera, con que miraba al mundo y a sí mismo. Como señaló Steiner, “Hill es nuestro poeta más europeo en su latinidad, su dramatización de la condición cristiana, su intensidad política”. En sus años finales, de una sorprendente productividad, jugó a ser una mezcla de Rey Lear y bufón, adepto a la ironía y el humor negro, capaz de reírse de su sombra sin dejar de masticar sus viejas obsesiones.

Geoffrey Hill nace en 1932 en Bromsgrove, un pequeño pueblo al sur de Birmingham. Su precocidad intelectual le vale una beca para estudiar en la Universidad de Oxford, donde se inicia en la poesía. Después de más de tres décadas como profesor de Literatura, primero en la Universidad de Leeds y luego en la de Cambridge, en 1988 se traslada a Estados Unidos, donde ocupa la cátedra de Literatura y Religión en la Universidad de Boston. Coincidiendo con su regreso a Inglaterra, es nombrado por unanimidad catedrático honorario de Poesía (Professor of Poetry) de la Universidad de Oxford entre 2010 y 2015.

Hombre de amplias y singulares lecturas, sus maestros literarios fueron Milton y los metafísicos ingleses, la poesía barroca española —que leyó con sabiduría: su versión del soneto “Qué tengo yo, que mi amistad procuras”, de Lope de Vega, incluida en Tenebrae (1978), es sencillamente un prodigio— y luego, dando un salto en el tiempo, el esteticismo puritano de John Ruskin y Gerald Manley Hopkins. La influencia del romanticismo le llegó tarde, pero informa algunos poemas breves de senectud donde la visión de la naturaleza es siempre correlato de un malestar moral (solo Hill es capaz de mirar un paisaje y persuadirnos de que duele). Aunque tiene puntos de contacto con el Eliot de Cuatro cuartetos, su estilo es mucho más denso y alusivo.

Hill fue célebre durante años por la parquedad de su obra. Pero el tratamiento a base de litio con que combatió su depresión crónica a comienzos de la década de los noventa lo convirtió en un poeta de inmensa productividad. El viejo laconismo dio paso a una escritura locuaz, traviesa y erudita que todo lo convierte en materia de canto y de cuento. Entre sus libros destacan King Log (1968), Mercian Hymns (1971), Canaan (1997), The Triumph of Love (1999), Speech! Speech! (2000), Without Title (2006) o A Treatise of Civil Power (2007). En España el Taller de Traducción Literaria de la Universidad de la Laguna editó en 2003 una breve muestra de sus primeros dos libros con el título de Veintisiete poemas, a la que siguió en 2006 una edición bilingüe de Himnos de Mercia (DVD Ediciones).

Jordi Doce es poeta y traductor.

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