Jean-Paul Rappeneau: 84 años y solo nueve filmes
El veterano director francés estrena 'Grandes familias', una repaso a la Francia de su infancia y un posible testamento cinematográfico
Esta entrevista acaba en una cena en un restaurante madrileño, donde Jean-Paul Rappeneau (Auxerre, 1932) apaga las velas de su 84º cumpleaños un 8 de abril. “En enero estuve constipado, pero ahora me siento estupendo”, confirma entre risas. “Estoy acostumbrado a celebrarlo en sitios extraños. Han sido muchos años...”, remata el chiste.
A Rappeneau la vida le ha dado efectivamente para mucho, pero el cine le ha proporcionado pocas alegrías. “Han sido pocas, pero muy grandes. Kubrick decía que lo más complicado es dar con algo que contar que valga la pena. Estuve involucrado durante mucho tiempo en un gran proyecto para rodar en Kirguistán. Cuando se vino abajo caí en una depresión de la que salí con esta película: de ahí los 10 años de parón”. Desde que debutó en 1958, el realizador francés solo ha dirigido nueve películas, entre ellas Esposa ingenua (1966), Cyrano de Bergerac (1990), El húsar en el tejado (1995) o Bon Voyage (2003). Ahora ha estrenado Grandes familias, una historia de herencias, familias divididas y la Francia provinciana más señorial. “Es imposible no pensar que este puede ser mi último trabajo. Por eso cuento la historia de un hombre que vuelve a Francia, a su casa, tras una larga ausencia. Ese hombre, en parte, soy yo mismo, que retorno al cine”, explica, y enumera: “Me vienen a la mente las transformaciones que ha sufrido la vida de provincias en Francia. Pocas cosas son reconocibles. En las colinas han surgido grandes torres de edificios, la gente no es la misma, nada es humano...”. En Grandes familias, la casa señorial acabará convertida en pisos. “Es un juego porque el cine es una arquitectura de espacios”.
Mitterrand y Binoche
Rappeneau ha rodado su testamento personal fílmico: “La película es un puzzle de historias que me han ocurrido a mí y, en realidad, a cualquiera. Otros no, pero son cosas muy francesas, como lo de la familia oficial y la otra. Mitterrand lo hizo toda su vida. Por cierto, sé que la última película que vio fue El húsar en el tejado, porque estaba medio enamorado de Juliette Binoche. Volviendo a Francia, en el colegio fui a clase con tres amigos más que se llamaban Jean o Jean-Paul, como yo. Uno acabó siendo el alcalde de mi pueblo, Auxerre, otro fue constructor, el tercero, notario y yo cineasta. A mí me ha tocado ser el que cuente la historia de todos, que coincide con la historia de cualquier ciudad de Francia. Ah, el constructor acabó en la cárcel”.
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