Reconocimiento a un patriarca del flamenco
El guitarrista Manuel Morao es nombrado Hijo Predilecto de Jerez. Una exposición y un seminario repasan su obra
El pasado sábado, el veterano tocaor de Jerez Manuel Morao recibió de manos de la alcaldesa de su ciudad el título de Hijo Predilecto. En el momento central del acto, su sonrisa lucía tan ancha y tan franca que parecía iluminar el refectorio del viejo convento de Santo Domingo donde se celebraba el solemne pleno extraordinario de la corporación jerezana. Su alegría contagió a un auditorio receptivo y propenso que, puesto en pie, cambió muy pronto su apretado aplauso por las palmas a compás de bulería. Alegría compartida con este artista gitano que, a sus 87 años, puede disfrutar en vida de un reconocimiento a su trayectoria artística y vital más que merecido.
El guitarrista tomó la palabra para acordarse de cuantos, presentes o ausentes, les habían acompañado en su camino. Generoso en agradecimientos, su discurso adquirió un cierto tono reivindicativo cuando brindó la distinción a la generación de gitanos “que lucharon e hicieron un sacrificio porque tuviéramos el sitio que nos merecemos dentro de la sociedad". Él, posiblemente, constituya un caso paradigmático del cambio y de la evolución que se produce a través del arte.
Nacido en el barrio jerezano de Santiago, Manuel Moreno Jiménez, Manuel Morao (1929) es el patriarca de una dinastía de tocaores que él inaugura y que se prolonga en una brillante tercera y hasta cuarta generación. Después de él, también fue tocaor su hermano Juan (Jerez, 1935-2002) y el hijo de este, el recordado Manuel Moreno Junquera, Moraíto, fallecido prematuramente hace cinco años. La saga continúa con su hijo Diego del Morao, guitarrista en plenitud, Pepe el del Morao, nieto de Manuel, o Fernando, sobrino nieto.
El documental El cante bueno duele, de los holandeses Ernestina Van der Noort y Martijn Van Beemen, los reunió poco antes del fallecimiento de Moraíto para trasladar el sentido y la trascendencia de un toque que se identifica con Jerez y que es máxima expresión de su compás. Porque Manuel Morao es creador de un acompañamiento al cante renovado a través del ritmo. Él es “la conciencia del ritmo”, como lo definió otro maestro, Manolo Sanlúcar.
Su huella tocaora está recogida en más de sesenta discos acompañando el cante de los mejores, aunque sean los de Terremoto o La Perla de Cádiz los que primero acudan a la mente. También participó en películas o series de televisión y, sobre todo, fue un artista muy viajero, con más de 25 años de giras por todo el mundo con la Compañía de Antonio. De hecho, cuando mira hacia atrás, todavía cuenta que su vida ha sido trabajar y viajar.
Los méritos de Morao, sin embargo, no se agotan en la guitarra. Él, en su tiempo, fue lo que hoy llamamos un emprendedor, siempre inquieto para alumbrar productos que dieran grandeza y continuidad a lo que para él es “el cante gitano andaluz”. En 1966 crea el evento Los jueves flamencos y en 1987 constituye la compañía Manuel Morao y Gitanos de Jerez con la que presentaría más de una docena de producciones, algunas de ellas recogidas en el sello discográfico En compás de origen, también de su cosecha. Fueron los años, entre otros, de Flamenco, esa forma de vivir o Pasión gitana-Gipsy passion, espectáculos con los que permaneció meses en teatros de París o Nueva York.
El homenaje de Jerez y el flamenco al guitarrista se prolonga con una exposición sobre su obra en el Centro Andaluz de Documentación del Flamenco (CADF) y el seminario ‘La obra del Patriarca Manuel Morao. Encuentro con su conocimiento’, que se celebrará del 23 al 25 de junio con la participación de expertos como Juan Manuel Suárez Japón, autor de su biografía (Sinelo Calorró, Diputación de Cádiz, 2014) o José María Velázquez- Gaztelu (Radio Clásica).
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