Siempre me empleo a fondo
Una fábula de Lucía Carballal sobre el trabajo en precario y la aparición en la empresa de la figura del motivador profesional
¿Ganarás el pan con el sudor de tu frente? La maldición bíblica, convertida en aspiración utópica en la España del trabajo escaso y en precario que retrata Lucía Carballal en Los temporales, comedia producida por el Centro Dramático Nacional. La autora y Víctor Sánchez Rodríguez, director, hablan con gracia del proletariado de chaqueta y corbata, la empresa desindicalizada, la sustitución de empleados bien remunerados por otros con contratos de todo a cien y la llegada a la empresa de la figura del motivador profesional, que pretende hallar soluciones individuales a problemas de índole económica, política y organizativa.
LOS TEMPORALES
Autora: Lucía Carballal. Intérpretes: Mamen García, Carlos Heredia, David Boceta. Director: Víctor Sánchez Rodríguez. Madrid. Teatro María Guerrero, hasta el 19 de junio.
Al comienzo del espectáculo, no es fácil aclararse donde comienza el aquí ahora y dónde el juego de roles que propone Samuel, motivador contratado para mejorar el clima laboral y para allanar la salida de una empleada que estorba a la empresa. Tampoco se dan pistas suficientes sobre el papel que juegan ciertos personajes en relación a otros, quizá porque el programa Escritos en la Escena, al que se adscribe este montaje, concede un tiempo demasiado breve (45 días) para componer el texto desde cero y ensayarlo, simultáneamente. Peros aparte, que se limarían fácilmente, Los temporales ofrece una reflexión lúcida sobre el trabajo en las empresas de servicios, el arrinconamiento del ocio ante la expansión implacable del negocio y la despersonalización del empleado. Sin concesiones, el trabajo interpretativo de Carlos Heredia, Nacho Sánchez, Lorena López, Mamen García y David Boceta, en el papel de Samuel, cuya caracterización cabría singularizar más.
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