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CRÍTICA | DOS BUENOS TÍPOS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Porno letal

El contundente prólogo de la película parece anunciar, a través de una confluencia de sexo y muerte, un previsible ejercicio de cinismo 'cool'

Russell Crowe y Ryan Gosling, en 'Dos buenos tipos'.
Russell Crowe y Ryan Gosling, en 'Dos buenos tipos'.

En plena noche, un niño se acerca sigilosamente a la habitación de sus padres y se hace con la revista erótica que está escondida bajo el lecho. Cuando se dispone a disfrutar de esa ración de carnalidad satinada, un ventanal a fondo de encuadre descubre al espectador que un coche se ha salido abruptamente de la carretera que conduce a la casa. No estamos en el universo de las medias tintas: el vehículo atraviesa, literalmente, el hogar para estrellarse en el jardín. Cuando el niño, confundido, se acerca al coche siniestrado, descubre el cuerpo agonizante de una chica completamente desnuda sobre una roca. Es la misma chica que aparece en el póster central de la revista que estaba leyendo clandestinamente. La misma chica en la misma pose lúbrica. La única diferencia es que ahora la chica está muerta. O casi. Eros y Tánatos en un curso acelerado. Con tal golpe de poderío se abre Dos buenos tipos, tercer largometraje dirigido por Shane Black, uno de los guionistas más emblemáticos del thriller de multisalas en los 80, reinventado como cineasta dispuesto a ir más allá de su facilidad para el efectismo artificioso.

DOS BUENOS TIPOS

Dirección: Shane Black.

Intérpretes: Russell Crowe, Ryan Gosling, Angourie Rice, Kim Basinger.

Gènero: comedia. Estados Unidos, 2016.

Duraciòn: 116 minutos.

El contundente prólogo de la película parece anunciar, a través de esa confluencia de sexo y muerte, un previsible (aunque eficaz) ejercicio de cinismo cool. Algo hay de eso en la película, por supuesto, pero en esa secuencia hay otra clave menos previsible. En esa mirada del niño sobre la modelo victimizada parece anunciarse la importancia que, en el desarrollo de la acción, irá cobrando otra mirada casi inocente, encarnada en una figura aparentemente accesoria: la hija del personaje interpretado por Ryan Gosling, una suerte de Nancy Drew setentera, a la que da vida una sagaz Angourie Rice, que no dejará de sacarles las castañas del fuego a dos protagonistas presentados como restos de serie de una novela hardboiled de a duro.

Dos buenos tipos es más un calculado ejercicio de ingenio que una rotunda obra de genio, pero Shane Black vuelve a demostrar, como en Kiss Kiss Bang Bang, que es capaz de retorcer en nuevas e imaginativas formas su toque personal. En la trama, una película porno es utilizada como arma política: Dos buenos tipos –que no es, ni mucho menos, Puro vicio- no aspira a otros usos que al de la mera evasión sofisticada, pero el mecanismo funciona y, sobre todo, transpira goce en su ejecución.

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