Muere François Morellet, precursor del minimalismo, a los 90 años
El creador francés estaba considerado como una gran figura de la abstracción geométrica
El artista francés François Morellet, gran figura de la abstracción geométrica dentro del arte francés y uno de los principales precursores del minimalismo en el continente europeo, ha fallecido este miércoles a los 90 años. Nacido en 1926 en Cholet, una pequeña ciudad en el valle del Loira, este pintor, grabador y escultor fue uno de los fundadores del Grupo de Investigación de Arte Visual (GRAV, en sus siglas en francés) junto a los argentinos Julio Le Parc y Francisco Sobrino.
Inspirados en Mondrian y Vasarely, defendieron un arte geométrico, tecnológico y lúdico, muy pegado a la vida diaria, que otorgaba un papel protagonista a un espectador hasta entonces pasivo, “desvalorizado por la crítica de arte oscurantista, que considera que el arte solo debe dirigirse a una élite”, como rezaba su manifiesto. Su trabajo de experimentación fue en paralelo al que desarrollaron, al otro lado del Atlántico, grandes nombres como Frank Stella, Sol LeWitt o Dan Flavin. Morellet estaba convencido de que la pintura era un arte que formaba parte del pasado y abogó por utilizar nuevos e impropios materiales. Por ejemplo, el neón, que se convirtió en principal elemento de su lenguaje estético. “Era frío e impersonal: lo tenía todo para gustarme”, explicó una vez este hombre sencillo y espontáneo, alejado de los círculos intelectuales de París (vivió en su ciudad hasta el final de su vida) y apegado a un humor cáustico y ligeramente delirante.
Morellet también participó en la creación del grupo Nouvelle Tendance, que condujo un trabajo de experimentación respecto a la percepción visual, a partir de bases científicas. Le entusiasmaban Duchamp, Picabia o Mondrian, así como los llamados artistas incoherentes de finales del XIX francés. A lo largo de su dilatada trayectoria, exploró los vínculos entre creación artística y aleatoriedad, que también exploró el grupo Oulipo en literatura o los minimalistas como John Cagé en el campo de la composición musical. Muchas de sus obras, a menudo con títulos indescifrables y llenos de juegos de palabras, están regidas por sistemas eléctricos que se apagan y se encienden gracias a la interacción de quien las observa.
Nunca fue un personaje verdaderamente olvidado. Pero, en la última década, Morellet había protagonizado una especie de consagración final. En 2010, el Louvre le encargó un conjunto de vitrales para una de sus escalinatas, convirtiéndolo en uno de los pocos artistas vivos expuestos en el museo parisino. Un año más tarde, el Centro Pompidou le dedicó una aplaudida retrospectiva centrada en sus instalaciones y lo integró en las salas de su colección permanente, en diálogo con la obra de Ellsworth Kelly. Por su parte, el Grand Palais también le cedió un lugar estelar en su exposición Dynamo, que celebró el centenario del arte cinético en 2013. Mientras tanto, la reciente lista Artindex lo escogió como el 45º nombre más importante del arte actual, y el segundo de su país tras el franco-albano Anri Sala.
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