La industria creativa fía su futuro a la fórmula ‘transmedia’
Distintos formatos como cine, televisión, videojuegos,cómics o redes sociales se usan al mismo tiempo para contar una historia, que busca la colaboración activa de los fans
Jesucristo debía de estar bastante ocupado. El día que no caminaba sobre las aguas, multiplicaba los panes. O enseñaba a sus discípulos a ofrecer la otra mejilla. De paso, mientras se volcaba en cambiar la Historia, también revolucionó las historias. “Podría decirse que el relato cristiano es transmedia”, defiende Carlos A. Scolari, profesor y experto de comunicación digital. Evidentemente, el Mesías no tuiteó la traición de Judas en directo ni retransmitió sus andanzas por la Galilea en streaming. Pero su periplo y todo lo que vino después están considerados como uno de los primeros ejemplos de historia narrada en distintas plataformas: la Biblia, la catequesis, los vitrales de las Iglesias, los cuadros de miles de artistas y una lista de etcéteras que cualquiera conoce.
Por extraño que parezca, aquel invento de hace dos milenios es la última moda cultural del siglo XXI. Tal vez nadie entendiera al profesor estadounidense Henry Jenkins cuando, en 2003, fue de los primeros en hablar de "narrativa transmedia". Sin embargo, hoy todas las áreas culturales conocen su definición y sus ventajas. “Es un relato que se cuenta a través de muchos medios y plataformas y en cuya expansión los fans tienen un rol destacado”, aclara Scolari. Y afirma que esta tendencia “está aquí para quedarse”.
Piensen en Star Wars: en los ochenta, era una trilogía cinematográfica. Pero hoy en día es un mundo de cómics, videojuegos, podcasts y documentales tan amplio como el universo que narra. Así como hace mucho que las investigaciones de Sherlock Holmes trascendieron las novelas de Conan Doyle: ahora, entre episodio y episodio de la serie, John Watson actualiza su blog, donde recibe comentarios del mismísimo detective.
Pero, ¿por qué es ahora cuando se habla tanto de transmedia? “Tiene mucho que ver con la evolución de la sociedad. Nuevas costumbres, nuevas tecnologías, por no hablar de nuevas maneras de sacar dinero de un público entregado, han persuadido todo tipo de creador a usar esta narrativa”, apunta Simon Staffans, director de ReThink NMS, una compañía dedicada precisamente a construir relatos en varios formatos. La ficción es quizás el mundo que más se presta a ser transmedia, pero periodismo y documentales también están experimentando con ella.
En tiempos donde no hay tiempo, y la oferta cultural es tan infinita que el público huye enseguida a por la siguiente historia, la industria apura todos los vehículos disponibles para atrapar a sus usuarios alrededor de un mundo narrativo. “El transmedia ofrece la posibilidad de identificar nichos de audiencia, de contar tramas más completas, de usar las mejores plataformas para lograr el mejor impacto, y de provocar interactividad”, aclara Staffans.
He aquí el otro pilar de esta narrativa. El creador ya no es el dueño exclusivo de su mundo, sino que sus fans lo modifican cómo les agrada. Hay siete novelas oficiales de Harry Potter, pero los relatos que los seguidores han inventado y escrito sobre sus personajes —la llamada fanfiction— llegan a millares. Lo que por otro lado genera también un problema normativo. “Se necesita una legislación que cubra las apropiaciones textuales de los usuarios realizadas sin fines de lucro”, apunta Scolari.
Abrazar al público. Crear más y mejor. Salvar el negocio. Pero hay otro reto que afrontan los relatos transmedia. “No pueden incluir nada tan significativo como para que los seguidores del filón principal piensen que se han perdido algo, pero sí ofrecer algo atractivo para el fan que lo demande”, resume Francisco Sierra, director de contenidos de Atresmedia digital. En su caso, por ejemplo, un juego de realidad alternativa sobre uno de los niños de la serie El Internado, un videoblog para conocer mejor a los protagonistas de Buscando el norte o el mapa interactivo de la cárcel de Vis a vis.
Justamente las series fueron la pista con la que el concepto transmedia aterrizó en España. Su pionera, Águila Roja, mostró además otra clave del movimiento: continúa más allá del producto que le dio nacimiento. Así, meses después de que el último episodio ya se hubiera emitido, miles de fans seguían disfrutando del videojuego homónimo. Eso sí, para Scolari, las narrativas transmedia en España están dando aún sus primeros pasos. Aunque hay una serie de TVE que representa un caso paradigmático: El Ministerio del Tiempo. “Nació monomedia y se convirtió en transmedia”, añade.
“La diferencia fue que la comunidad de seguidores producía contenido sin que se le animara a ello. Los juegos de rol, los vídeos de YouTube, los pósters: todo surgió de ellos. Nos empezamos a dar cuenta de que podíamos hacer algo más que la mera producción de contenido asociado a la ficción. Se puede generar un diálogo entre la comunidad y nosotros”, asevera Alberto Fernández, subdirector de Contenidos y Transmedia de RTVE.es. Tanto que según Scolari es un error medir la serie solo por su audiencia televisiva, y no renovarla correspondería a “matar la gallina de los huevos de oro”.
Otros relatos, en cambio, han muerto por sí solos por el camino. “Productores y creadores se han dejado cegar por las posibilidades de estos nuevos medios, sin pensar si encajaban con su relato”, defiende Staffans. Es decir, que muchos han creído que transmedia significara marketing, sin consultar siquiera a los creadores originales o arruinando la calidad del relato. Pero los entrevistados juran que el público no se dejará engañar. Scolari considera que “el transmedia es como los efectos especiales en el cine: nunca salvará un mal guion”. Y, si no, el usuario siempre podrá escribir otro distinto.
Babelia
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