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Por qué Beyoncé es importante

Desde la publicación de su último disco, un torrente de comentarios ha diseccionado desde su estructura cinematográfica hasta su significado para el feminismo negro

Beyoncé en la gala de los MTV Video Music Awards de 2014.
Beyoncé en la gala de los MTV Video Music Awards de 2014.MTV

Justo cuando el mundo se estaba recuperando de la conmoción por la prematura muerte de Prince, Beyoncé ha publicado Lemonade, su sexto álbum de estudio y su segundo “álbum visual”. A diferencia del trabajo anterior, que incluía un vídeo musical por cada tema, esta vez HBO ha emitido una única película de una hora de duración coincidiendo con el lanzamiento.

Lemonade es un disco mucho más oscuro que la anterior oferta visual de la cantante en 2013. A lo largo de buena parte de la grabación, Beyoncé se muestra furiosa con su marido, Jay-Z, si bien es posible que todo sea un astuto gancho comercial. La estructura del álbum es mucho más variada en cuanto a géneros, y abarca desde el R&B hasta el rock, pasando por el country, el pop y el blues.

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Desde su publicación, un torrente casi continuo de comentarios ha diseccionado cada aspecto tanto de la película como de la parte musical, desde su estructura cinematográfica hasta su significado para el feminismo negro. El álbum ha recibido elogios de los críticos más influyentes del mundo e incluso ha dado pie a la celebración de audiciones emitidas sobre todo por el canal Radio 1 de la BBC británica. Se podría pensar que esta reacción es normal teniendo en cuenta la posición destacada de Beyoncé en el mundo de la música, pero esa no es la única razón por la que Lemonade ha trascendido la cultura de masas. Hay otros factores que pueden explicar el enorme interés por el trabajo.

Identidad

El primero tiene que ver con la raza, el feminismo y la identidad. Desde que, en 2013, Beyoncé apareció en escena con un telón de fondo en el que campeaba la palabra “feminista”, se la ha asociado con la popularización de este movimiento, si bien cubierto por el rutilante envoltorio de la fama. Era un empoderamiento light, un feminismo no amenazador, pero importante, y sin duda animó a muchas jóvenes a convertirse a la causa y reclamar su lugar en el mundo.

Lemonade va muchísimo más allá. Es abiertamente político y, en muchos sentidos, se ha diseñado para representar y hablar directamente a la mujer negra, como quedó de manifiesto con la presentación del sencillo Formation, en el que Beyoncé reivindica su identidad racial cuando canta:

Beyoncé, en la actuación durante el descanso de la última Superbowl.
Beyoncé, en la actuación durante el descanso de la última Superbowl.Agencia France Press

Me gusta mi pequeña con su pelo afro

Me gusta mi nariz de negra con sus orificios a lo Jackson Five

El trabajo sigue profundizando en esta reivindicación de la negritud de la cantante.

En Lemonade llama la atención la interpretación de la “mujer encolerizada”. La sociedad y la cultura enseñan a las mujeres que se espera de ellas que no expresen su rabia. Tienen que reprimirla y morderse la lengua, o encubrirla con una actitud de desprecio hacia sí mismas. La representación que hace la cantante de la ira de la traición es inusual y necesaria. “Celosa o loca”, repite una y otra vez en el tema “Hold Up”, desdibujando las palabras antes de decidir:

Antes que sentirme como si me estuviesen pisoteando, pisoteando

Prefiero estar loca

El poder de esto deriva del simple hecho de que es algo que rara vez ha expresado una persona en una posición tan preeminente en el mundo de la música y de la cultura de masas en general. Conecta con la gente porque es importante. A menudo, cuando una mujer expresa su ira, se simplifica diciendo que “ha perdido el control”, o se la tacha de “chillona” o de “loca”. La cólera de Beyoncé está justificada y suena alta y clara. Es una nueva fase para la cantante. Que sea o no una herramienta de mercadotecnia planificada casi da lo mismo, porque la artista ha dejado de ser una representante del pop insulso y genérico. Son ideas importantes.

El sector

Aparte del contenido de Lemonade, la forma en que Beyoncé ha presentado su álbum demuestra que sigue infringiendo las reglas del sector de la música. El 13 de diciembre de 2013 lanzó Beyoncé, un disco completo con vídeos para las 14 canciones, sin haberlo promocionado ni anunciado previamente. Las redes sociales iban a facilitar la publicidad necesaria.

En cuestión de días se vendieron más de 600.000 ejemplares, batiendo todos los récords de ventas de iTunes, y se inauguró una nueva época de “lanzamientos sorpresa” de artistas con éxito similar. Desde entonces, cantantes como Lamar, Drake o Rihanna han tomado ejemplo y han publicado discos sin previo aviso.

Lemonade no se ha beneficiado del mismo modo de la sorpresa, o al menos no del todo. Los admiradores estaban sobre aviso de que alguna cosa estaba a punto de aparecer a raíz del especial de HBO, anunciado una semana antes de su emisión. Pero el álbum también infringe las reglas del sector de una manera más sutil.

Actuación de Beyoncé y su marido Jay-Z en París en 2014.
Actuación de Beyoncé y su marido Jay-Z en París en 2014.

Beyoncé lo presentó en Tidal, el sitio web de música en streaming propiedad de su marido, Jay-Z. El disco fue exclusiva de Tidal solo durante 24 horas, pero la cantante se ha asegurado de que los aficionados a la música, o cualquier persona que quiera estar al día de lo que se cuece en el mundo de la cultura, pague por tenerlo. Para ello, Tidal es la única plataforma en la que se puede acceder al álbum completo vía streaming.

La película también resultó ser un punto de inflexión en otro sentido. Beyoncé prescindió de MTV y YouTube y la estrenó en HBO, el canal de televisión por cable que lleva décadas dedicando los sábados por la noche a los éxitos de taquilla de Hollywood. La maniobra nos dice que el disco tiene un mérito y un valor artístico que se pueden cuantificar en términos monetarios.

En una semana en que la muerte de Prince ha sacudido al mundo de la cultura de masas de infinidad de maneras, el lanzamiento de Lemonade ha recordado al público que, para seguir siendo significativo, la regla es ser la excepción. En los últimos años, Beyoncé ha protagonizado jugadas al estilo de Prince: ha conectado con sus admiradores exclusivamente mediante la música y las imágenes, y ha creado un enigma que, en una cultura dominada por las redes sociales, la hace todavía más convincente, a pesar de que el público es consciente de que todo ello forma parte de una marca profundamente personal.

Poca duda cabe de que el último trabajo de Beyoncé es un revulsivo por la forma en que trata la identidad racial negra y el feminismo. En él, una de las intérpretes mejor pagadas –si no la mejor – del mundo aborda temas relacionados con la misoginia, la sexualidad, la infidelidad, el feminismo negro y la autoafirmación de una manera inédita en el mundo de la música para consumo de masas.

Por todo esto, es justo hablar de ella y elogiarla. Beyoncé ha inaugurado una línea discursiva que indaga el papel de las mujeres famosas como portavoces con maña política y económica. Esto de por sí ya es digno de respeto.

Kirsty Fairclough-Isaacs es Profesora titular de Medios y Performance en la Universidad de Salford. Artículo publicado en The Conversation

Traducción de Newsclips

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