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Panóptico sobre la Villa y Corte

El escritor Antonio Gómez Rufo fundamenta en 'Madrid, la novela', la urdimbre de la vida y la historia de la ciudad

El escritor Antonio Gómez Rufo, en 2011.
El escritor Antonio Gómez Rufo, en 2011.BERNARDO PÉREZ

Antonio Gómez Rufo (Madrid, 1953), curtido escritor profesional, aborda en Madrid, la novela un potente reto a conquistar. Su propósito se adivina en la conversión de la historia de la ciudad en un vigoroso vehículo para novelar la vida, costumbres y vicisitudes de sus moradores. Pero, por sobre todo, describe la honda, trepidante y contradictoria relación de sus gentes con la urbe que les alberga. Da noticia cabal de los intensos nexos con los que la razón y los afectos acostumbran trenzarse en el ánimo de cuantos en esta ciudad han habitado.

La narración, que encabalga sutilmente la realidad histórica documentada con pinceladas de ficción, pone en juego a tres familias del pueblo unidas por la amistad, pioneras en la arribada al Madrid filipino de las postrimerías del siglo XVI. Describe con amena llaneza el despliegue de los muy distintos vínculos que sus tres linajes, a través de sus descendientes, irán anudando a lo largo de cuatro centurias, hasta los luctuosos sucesos del 11 de marzo de 2004. Y lo harán por mor de sus profesiones: posaderos, actores, toreros y ediles.

Tal deslinde proporciona cuatro perspectivas a partir de las cuales el narrador, con desenvoltura, brinda a los lectores una visión panóptica sobre Madrid rica en emoción y viveza. Con sutil pluma va incrustando poco a poco gemas sobre el origen legendario de la villa; el pasado islámico —cada día más recobrado de la ignorancia o el mito—; el paulatino encarrilamiento medieval de la ciudad en la Historia, que insertará a la postre a Madrid en la Era Moderna con la pujanza capitalina de un Imperio; eso sí, un imperio que residía mucho más en los ánimos de poncios, próceres y cortesanos que en la traza urbana o en el cauto y sabio escepticismo de pueblo llano, al cual las familias protagonistas del relato pertenecen. A partir de ahí, las pulsiones experimentadas por el crecimiento de la población, también consecuentemente la del tamaño, de la ciudad, serán dos invariantes que espolearán un relato que, en su discurrir, cobrará creciente estatura hasta convertir el libro en paraje obligado para la reflexión y el saber matritenses.

Los huecos y lagunas sobre la historicidad de la ciudad que han cristalizado en formas inequívocas de desapego y descreimiento en la ciudadanía, se ven sellados paulatinamente por la información que Antonio Gómez Rufo facilita. Y hay que añadir que informa con suma prudencia, para eludir las trampas y distorsiones que acostumbran generar los saltos de eje, los anacronismos, inevitables en la carrera para llegar a comprender desde el presente los trasuntos históricos de los hechos pasados. Afronta con información los numerosos nudos conflictivos —señaladamente políticos— con los que la vida de Madrid en su discurrir fue hallando. La didáctica descriptiva se troca aquí en una suerte de terapéutica. Y ello habida cuenta de los hondos desgarrones que la conciencia madrileña ha sufrido a lo largo de la historia: Gómez Rufo los restaña y subsana despejando la incertidumbre y brindando la posibilidad de codificar amenamente un pasado henchido de hechos tan relevantes como generalmente desconocidos o descontextualizados para las gentes de a pie.

Salvo algún episodio donde un ápice de la copiosa documentación desplegada por el autor podría resultar mejorable —en el incendio del Alcázar de los Austrias de 1734 no fue la indiferencia del pueblo la que determinó su completa consunción, sino la férrea prohibición a que lo extinguiera por temor a los saqueos, según escribiera el Duque de Maura— todo el libro rezuma cabal erudición de la mejor, amenamente destilada. Sus páginas se aroman de un afecto hondo y sereno hacia la ciudad desde la objetividad histórica que el rescate de la memoria real, no edulcorada, brinda. Con Madrid, la novela, disponemos pues de un poderoso instrumento para fundamentar la autoconciencia madrileña, hasta hoy mismo sesgada por un criticismo —siempre necesario—, pero generalmente demoledor y desprovisto del fundamento objetivo y documental del que Gómez Rufo nos surte y en el que cabe basar, fundadamente, cualquier juicio valedero.

Madrid. La novela. Por Antonio Gómez Rufo. 947 páginas, Ediciones B. Barcelona. 26 euros.

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