Los enredos de las parejas del siglo XXI
La comedia ‘La noche que mi madre mató a mi padre’ concursa en Málaga con una reflexión sobre las actuales relaciones familiares
En las familias modernas hay padres, madres, hijos de un primer matrimonio, vástagos de otra relación, ex que pululan… Aún hoy se puede retratar a la gran familia, parafraseando la comedia clásica, pero los mimbres serían distintos. “En una reunión de amigas, una de ellas contó que había invitado a su ex a cenar, y que había sido una idea terrible”, recuerda la cineasta Inés París, que hoy compite en el festival de Málaga con La noche que mi madre mató a mi padre, una comedia con Belén Rueda, Eduard Fernández, María Pujalte, Fele Martínez y el argentino Diego Peretti haciendo de Diego Peretti. Una cena que debería ser de negocios (Peretti ha venido a España a rodar una película y ahí conocerá a la directora y al guionista) deviene en un enredo en el que se mezcla la sangre, la muerte, las ambiciones artísticas y el desparrame sentimental.
Todo ello Inés París (Madrid, 1962) lo afronta como veterana de las comedias (A mi madre le gustan las mujeres; Semén, una historia de amor) tanto en dirección como en escritura. “Me siento especialmente contenta con el resultado. Es la primera vez que me gusta más la película más en pantalla que en guion. Hasta ahora me pasaba al revés”. La cineasta habla de cómo ha crecido el proyecto con la llegada de los actores, primero, y con el montaje, después. “La estructura viene desde su inicio. Pero los ensayos aportaron más gags. Eso y que vivíamos muy cerca de donde rodamos, con lo que estábamos todo el día juntos y reescribí alguna situación. Además rodé con dos cámaras, con lo que llegué a la edición con mucho material de esas cinco semanas de filmación casi todas nocturnas”. De ahí ese ritmo muy salvaje, “cámara al hombro, sin tiempo de planos perfectos”, que mueve La noche que mi madre mi mató a mi padre. “Culpa del montador, Ángel Hernández Zoilo, que apostó por lo punki”.
Un concepto muy desmadrado que llega a las salas comerciales el viernes que viene. “Es tiempo de ver en pantalla lo que ocurre en la calle, relaciones que todos conocemos, y que además son bastantes amables, porque compartimos trabajos, hijos…”, dice París, que confirma que el personaje más cercano a ella de los desplegados en pantalla no son ni la directora (María Pujalte, habitual en los repartos de París) ni la actriz (Belén Rueda, para ella está escrito el proyecto) sino el guionista (Eduard Fernández). “Eduard no se dio cuenta de ello hasta que rodamos. Es el personaje más capaz, como nos ocurre a los guionistas en la vida real, de confundir realidad y ficción. Somos los que buscamos dar sentido a la vida y por ello estamos todo el rato observando, y de ahí que veamos el mundo no como es, sino como nos lo estamos imaginando. Él es el motor de la historia”. Es tratado con ironía y cariño al igual que el mundo de los actores. Puede que porque París se iniciara con pinitos interpretativos y empezara en el teatro antes de pasar a cine y televisión. “Al pasar al cine me sorprendió que al contrario del teatro, donde nadie duda que es texto y actores, en un rodaje el equipo técnico trabajaba distanciado de los intérpretes, a los que miraban como estrellitas”, cuenta entre risas. “Y yo los adoro, son esenciales. A veces se les considera seres superficiales sin valorar la carga de profundidad, de inteligencia y de exposición que tienen”.
Y de ahí viene una reflexión de París, sobre cómo los humanos tendemos a actuar en general, a erigir personajes ante los otros. “A veces incluso ese personaje te atrapa y es una faena. En el teatro es más evidente, con su mensaje de que todos somos máscaras, para mentir o sencillamente para vivir. El equívoco es también la base de la comedia”.
Una coda final: Diego Peretti. “En un inicio pensamos en John Malkovich, porque él ya ha jugado con esto de interpretarse a sí mismo en pantalla. Tenía la complejidad de usar dos idiomas español e inglés, en cambio. Peretti en pantalla, y eso que de todos los personajes es el menos acelerado, es más alocado que en la vida real. Diego llegó y me confesó que iba a hacer ese personaje, pero que en realidad hasta es más educado. Cierto, es un tío exquisito, eso de ligar delante de un marido le parecía un escándalo. Sus dudas nos ayudaron mucho. Porque cuando un actor te plantea algo, escúchale, porque por algo es”.
Babelia
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