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Novillos desaprovechados y ocho avisos en la plaza de Las Ventas

Destacaron las reses de Guadajira y solo Marcos Vanegas dio una vuelta al ruedo

Manolo Vanegas: estocada caída y atravesada (ovación tras aviso); y estocada (vuelta al ruedo tras aviso).
Amor Rodríguez: pinchazo hondo y once descabellos (silencio tras aviso); y cinco pinchazos y estocada delantera y desprendida (silencio tras dos avisos).
Curro Durán (nuevo en esta plaza): tres pinchazos y estocada baja y atravesada (silencio tras dos avisos); y dos pinchazos, y media tendida y atravesada (silencio tras aviso).

Una solitaria vuelta al ruedo para el venezolano Manolo Vanegas fue el escaso resultado de una tarde en la que llegaron a sonar hasta ocho avisos y, algo aún peor, en la que varios de los novillos de Guadajira se fueron al desolladero con las orejas puestas.

Con un cuarto de entrada, se lidiaron novillos de Guadajira, de desiguales y destartaladas hechuras, con movilidad y nobleza, que en general sirvieron para el toreo, a excepción del brusco tercero. Destacaron segundo y quinto.

El interés del festejo estuvo centrado en el juego de los novillos de Guadajira, con varios de ellos aptos para triunfar en Madrid.

Vanegas no llegó a encontrarse cómodo con el que abrió plaza, que tuvo la virtud de la movilidad, pero con el defecto de pegar tornillazos en el transcurso del viaje, y con el que mantuvo una actitud defensiva. Demostró muchas ganas el venezolano, y de ahí el susto que se llevó en el ecuador de su labor, y la fuerte voltereta que cobró en las manoletinas finales. Voluntad a raudales, sin embargo, sin sosiego ni estructura en lo fundamental.

Con el manso cuarto, que derribó al caballo que hacía puerta, por fin se vio algo del torero que sorprendió el año pasado en esta misma plaza. Un torero de quietud para imponerse con firmeza a un utrero corto y remiso, al que planteó batalla en las cercanías.

Hubo una ligera petición de oreja, que el presidente no concedió, y prácticamente ningún aplauso cuando salió a saludar; de ahí, que la vuelta al ruedo que dio fuera un poco por su cuenta.

Amor Rodríguez no supo estar a la altura de las bondades de su primero, un animal noble, con movilidad, pero con el que se limitó a hacer las cosas con ligereza, sin acabar de fajarse, ni de templar ni de quedarse quieto entre pases, lo que propició que su labor nunca cogiera vuelo. Y para mayor desgracia, el quinto fue el otro novillo de la tarde. Un animal pronto, noble y con movilidad con el que, otra vez, Amor Rodríguez no estuvo a la altura. Hubo pases por uno y otro lado, pero faltó emoción. No lo vio claro en ningún momento el madrileño.

Al debutante Curro Durán, todo ganas e ilusión, se le vio un tanto bisoño para aprovechar a su primero, que se movió brusco e informal, y con el que bailó más de la cuenta, y cuando se quedó quieto, que fueron tres veces, embarcó la embestida y trató de vaciarla atrás se vio que el animal respondía. Le tocaron un aviso antes de entrar y lo pudo matar el novillo al quedarse en la cara en el primer envite con la espada, asignatura que debe también mejorar, demasiado encogido a la hora de hacer la suerte.

En el sexto, al revés. Se empeñó en bajarle la mano a un animal que renqueó al principio de faena y, aunque hubo algunos pasajes que dejan atisbar cierto pellizco en sus formas, tampoco resolvió nada.

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