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‘El Intruso’, la exposición más efímera de Guillermo Paneque

El artista sevillano construye su obra a partir de piezas realizadas por artistas próximos a su universo

Una de las obras de la exposición.
Una de las obras de la exposición. Carlos Álvarez
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Una exposición se puede ver de muchas maneras y su contenido y contenedor pueden ser sorprendentes. En su último trabajo en la galería madrileña Heinrich Ehrhardt, titulada El Intruso, Guillermo Paneque (Sevilla, 1963) ha querido capturar el momento que transcurre entre una exposición y otra. No hay obra propia. Solo huellas en forma de clavos y polvo de la anterior muestra (40 pinturas de Günther Förg) y los preparativos de la que vendrá la semana próxima (construcciones de Michael Beutler). En medio, piezas de otros artistas que han pasado por la galería y que, de alguna manera, forman parte del universo de Paneque: esculturas de Mauro Cerqueira, fotografías de Laura Alvim, una obra de Alberto García-Alix, dos piezas de Jacobo Castellano… La muestra se inauguró el martes 12 y se clausura el sábado 16.

Paneque, uno de los artistas más significativos desde la década de los 80, explica que la idea de hacer esta exposición parte de una carta que el galerista Heinrich Ehrhardt le envió en 1986, donde expresaba el deseo de difundir el trabajo del pintor alemán Günther Förg. En una conversación posterior sobre el descubrimiento de una serie de fotografías del artista en una colección en Ontario, disparó la idea de crear un relato sobre el tránsito de las obras expuestas en diferentes contextos. “Acababa de organizarse una muestra cuando el artista ya no estaba presente y me interesó pensar en la recepción de esas obras desde Madrid". En la galería, se plantea una relación espectacular entre los dos espacios: sala y oficina. Como también entre la confrontación entre la revisión de un legado modernista y unas obras con un carácter más experiencial. También entre Alemania y España.

El artista ha querido que la exposición se plantee como un ensayo de obras que evite una imagen compacta. “Busca representar la heterogeneidad de unos acontecimientos comprendidos entre el final de una exposición, el programa de una galería y sus expectativas, como si la historia, una vez revisada, todavía pudiese sugerir una multiplicidad de direcciones y líneas de desarrollo”.

Para el espectador, el papel de Paneque queda desdibujado o dividido entre el papel de artista y el de comisario, ya que ninguna de las piezas es obra suya. “Creo, que más que determinar un gusto personal en la selección de obras descritas me ha interesado, como artista, haber respondido a este reto como si estuviera trabajando con referencias ajenas para haber construido una obra propia. Las conexiones entre las obras son uno de los mayores placeres de esta muestra: luchar por un determinado trabajo de cada artista y comprobar cómo cada uno tiene su lugar, esperando que el espectador también pueda trazar su particular recorrido... El intruso aspira a convertirse en una especie de fantasma, entendiéndose como uno de aquellos dibujos para niños en los que hay que unir y enlazar puntos numerados hasta que emerge una forma desconocida. A partir de una confusión inicial puede avanzarse, poco a poco, hacia una forma latente”.

Paneque responde plantear un cruce entre la noción de monumento y la de intervención. “Me fascina cómo un objeto responde a la decisión de su inclusión en un determinado contexto y cómo afecta a su lectura en relación a otras obras, y hay algo interesante entre la idea de préstamo y de posesión también que, creo, vale la pena investigar”.

El artista Guillermo Paneque.
El artista Guillermo Paneque.Carlos Álvarez

¿Cuál es la historia que quiere contar en El Intruso, una narración que ya empezó en otra galería? “El título de esta sucesión de exposiciones surge de una simple pero inquietante imagen tomada de la historia de Jean-Luc Nancy un hombre con el corazón de un extraño en el pecho”, responde Paneque. “En cada exposición de El intruso, un cuerpo debe lidiar con la presencia de otras presencias intrusas. También es un intento de mantener una conversación con piezas vistas en ocasionales paseos, no solo como índices de nuestro tiempo, y reactivarlas en un contexto ajeno. Mi amiga Narelle Jubelin me empujó a hacer una exposición cada año en un lugar nuevo como si de una serie de ejercicios gimnásticos se tratara... Y así me he tomado el reto: futuros capítulos de El intruso, después de Manila y Madrid, sucederán en África, las Américas y Portugal así como en específicos puntos de la geografía local española. Diferentes contextos para nuevos relatos y conversaciones”.

Protagonista habitual de sorprendentes proyectos, el artista precisa que El Intruso no tiene que ver con Al Azar, la agencia que fundó para proyectos editoriales y audiovisuales. Para su agencia tiene en marcha el rodaje de una película que rodará en la isla de El Hierro, La cola del agua, sobre una imagen que nunca existió y otro, una película con perros muy cervantina…También va a retomar la película sobre Filipinas como colonia apócrifa en un filme titulado El revés, una especie de "Pasolini mudo" para rodar en Sotogrande con la comunidad migrante filipina.

Y entre proyecto y proyecto, opina sobre el estado de la escena artística española. “No sé cómo contestar ahora. He contestado en otras ocasiones y creo que he errado en los pronósticos. Prefiero hacer cosas que puedan sumar al debate desde la práctica; muchos proyectos que me gustaría ver realizados y puestos en entredicho al mismo tiempo... Todo menos estar esperando a que la institución refrende tus deseos: algo muy español y que comparten mi generación y la más joven”.

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