El horizonte de Berlín
"Pintar en Berlín se ha convertido en un ejercicio alejado de toda inercia, las sensaciones han vuelto a ser auténticas, como antaño". Secundino Hernández, pintor madrileño de 33 años, tiene la sensación de haber empezado de cero en la ciudad alemana, donde se instaló hace meses y donde ha trabajado en las últimas obras de la exposición que inauguró el jueves pasado en la galería Heinrich Ehrhardt de Madrid. Bajo el título La tierra es redonda, en alusión a la última obra de Picabia, Hernández presenta nueve lienzos de gran tamaño y varios dibujos y collages en papel con la línea de horizonte como hilo conductor de la muestra, en la que los delgados trazos se mezclan con un soberbio uso del color.
Considerado uno de los artistas emergentes del panorama español y con importantes premios y becas en el extranjero, Hernández, que ya en una carta a los Reyes Magos con siete años pedía un bote de aguarrás y una espátula, utiliza la línea de horizonte no sólo en sus cuadros, con figuras de espaldas en su mayoría, ensimismadas en sus cosas, como esperando, sino que continúa por la propia sala de la exposición, en donde ha dibujado una raya en la que ha ido colocando sus trabajos, como bailando a diferentes alturas.
Madrid y Berlín son las dos ciudades que han marcado la trayectoria de este artista y en las que posee dos estudios de trabajo prácticamente iguales. En polígonos industriales, en esa línea fronteriza que tanto le gusta en el borde entre la ciudad y el exterior, en los que los fines de semana encuentra la tranquilidad del campo, Hernández ha ido buscando ese horizonte del que asegura que por mucho que un artista se empeñe en representarlo como una línea horizontal que atraviesa el lienzo, no deja de ser un pequeño segmento de una gran circunferencia como la redondez de la tierra.
Él se decidió a salir de España no para triunfar, "sino para ver, conocer, aprender, desarrollar mi proyecto en otros contextos". Y en Berlín ha encontrado una ciudad llena de artistas con unas necesidades similares, donde el contacto con la gente de arte es fluido y absolutamente enriquecedor. "Es una ciudad que parece pensada para la producción de arte. Medios, espacios...", asegura Hernández desde la capital alemana, de la que admira muchas cosas pero por encima de todo el relevo generacional en el mundo artístico y la manera en la que lo llevan a cabo. "Cómo los artistas ya consagrados ceden espacios en galerías para exponer con sus pupilos y también cómo estos mismos artistas reconocidos participan de manera activa en las escuelas de arte como profesores... Así se aseguran un estatus permanente en la escena internacional".
Para él, que reconoce referencias pictóricas e influencias de muchos artistas -"utilizo todas ellas desgastándolas"-, la pintura sigue siendo la disciplina más emocionante. "Es el camino más trillado y es aparentemente más complicado que pueda seguir dando frutos, por lo que se confiere en una práctica exigente. La pintura es un mecanismo de la inteligencia, una manera de comprender y una forma de incidir en el mundo. Las manos son el instrumento de trabajo de la inteligencia, capaces de modificar la imaginación. Las manos que cogen el horizonte...".
Secundino Hernández. La tierra es redonda. Galería Heinrich Ehrhardt. San Lorenzo, 11 Madrid. Hasta el 14 de marzo.
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